Misal Romano (tercera edición) - Plegaria eucarística para diversas circunstancias IV

   APÉNDICE AL ORDINARIO DE LA MISA


PLEGARIA EUCARÍSTICA QUE PUEDEN USARSE
EN LAS MISAS POR DIVERSAS CIRCUNSTANCIAS
IV

JESÚS, QUE PASÓ HACIENDO EL BIEN

1. La siguiente forma de esta plegaria eucarística puede usarse convenientemente con los formularios de las misas, por ejemplo, por los prófugos y exiliados, en tiempo de hambre o por los que padecen hambre, por los que nos afligen, por los cautivos, por los encarcelados, por los enfermos, por los moribundos, para pedir la gracia de una buena muerte, en cualquier necesidad.

Texto musicalizado en Apéndice I.

V/.   El Señor esté con vosotros.
R/.   Y con tu espíritu.

V/.   Levantemos el corazón.
R/.   Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V/.   Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/.   Es justo y necesario.

EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Padre misericordioso y Dios fiel.

Porque nos diste como Señor y redentor nuestro
a tu Hijo Jesucristo.

Él siempre se mostró misericordioso
para con los pequeños y los pobres,
para con los enfermos y los pecadores,
y se hizo cercano
a los oprimidos y afligidos.

Él anunció al mundo, con palabras y obras,
que tú eres Padre
y que cuidas de todos tus hijos.

Por eso, con los ángeles y todos los santos,
te alabamos, te bendecimos,
y cantamos el himno de tu gloria diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

2. El sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Santo eres en verdad y digno de gloria,
Dios que amas a los hombres,
que siempre estás con ellos en el camino de la vida.
Bendito es, en verdad, tu Hijo,
que está presente en medio de nosotros,
cuando somos congregados por su amor,
y como hizo en otro tiempo con sus discípulos,
nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.

3. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:

Por eso te rogamos, Padre misericordioso,
que envíes tu Espíritu Santo
para que santifique estos dones de pan y vino,

Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

de manera que se conviertan para nosotros
en el Cuerpo y  la Sangre

Junta las manos.

de Jesucristo, nuestro Señor.

4. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor deben pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras:

El cual, la víspera de su pasión,
en la noche de la última cena,

Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó pan, te bendijo, lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL, 
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora, haciendo genuflexión.

5. Después prosigue:

Del mismo modo, acabada la cena,

Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:

tomó el cáliz, te dio gracias
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.

TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR VOSOTROS Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. 
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita sobre el corporal y lo adora, haciendo genuflexión.

6. Luego dice una de las siguientes fórmulas:

Éste es el Misterio de la fe.

     O bien:

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!

     O bien:

Aclamemos el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Cada vez que comemos de este pan
y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

     O bien:

Proclamemos el Misterio de la fe.

Y el pueblo prosigue, aclamando:

Sálvanos, Salvador del mundo,
que nos has liberado por tu cruz y resurrección.

7. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:

Por eso, Padre santo,
al celebrar el memorial de Cristo, tu Hijo, nuestro Salvador,
al que condujiste por su pasión y muerte en cruz
a la gloria de la resurrección,
y lo sentaste a tu derecha,
anunciamos la obra de tu amor hasta que él venga,
y te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de bendición.

Mira con bondad la ofrenda de tu Iglesia,
en la que se hace presente el sacrificio pascual de Cristo,
que se nos ha confiado,
y concédenos, por la fuerza del Espíritu de tu amor,
ser contados ahora y por siempre
entre el número de los miembros de tu Hijo,
cuyo Cuerpo y Sangre comulgamos.

Lleva a tu Iglesia, Señor,
a la perfección en la fe y en la caridad,
con nuestro papa N., nuestro obispo N.,

[Aquí se puede hacer mención del obispo coadjutor o de los obispos auxiliares:

con el obispo coadjutor (auxiliar) N.,

     o bien: 

y sus obispos auxiliares,

El obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:

conmigo, indigno siervo tuyo,

     o bien, cuando celebra un obispo que no es el ordinario diocesano, dice:

con mi hermano N., obispo de esta Iglesia de N.,
conmigo, indigno siervo tuyo,]

con todos los obispos, presbíteros y diáconos,
y todo el pueblo redimido por ti.

Abre nuestros ojos
para que conozcamos las necesidades de los hermanos;
inspíranos las palabras y las obras
para confortar a los que están cansados y agobiados;
haz que los sirvamos con sinceridad,
siguiendo el ejemplo y el mandato de Cristo.

Que tu Iglesia sea un vivo testimonio
de verdad y libertad, de paz y justicia,
para que todos los hombres se animen con una nueva esperanza.

Acuérdate de nuestros hermanos [N. y N.],
que se durmieron en la paz de Cristo
y de todos los difuntos,
cuya fe solo tú conociste:
admítelos a contemplar la luz de tu rostro
y dales la plenitud de la vida en la resurrección.

Y, terminada nuestra peregrinación por este mundo,
concédenos, también,
llegar a la morada eterna
donde viviremos siempre contigo
y con santa María, la Virgen Madre de Dios,
con los apóstoles y los mártires,
[con san N.: santo del día o patrono]
y, en comunión con todos los santos,
te alabaremos y te glorificaremos

Junta las manos.

por Cristo, Señor nuestro.

8. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva, y dice:

Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

Amén.

Después sigue el rito de la comunión.


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