6. Por los sacerdotes
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, sanar a los contritos de corazón y poner libertad a los oprimidos.
Oración colecta
OH, Dios,
que constituiste a tu Unigénito
sumo y eterno sacerdote,
te rogamos que cuantos él eligió
como ministros y administradores de tus misterios,
sean hallados fieles en el cumplimiento de su servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
SEÑOR Dios nuestro,
que para regir a tu pueblo
has querido servirte del ministerio de los sacerdotes,
concédeles perseverar al servicio de tu voluntad,
para que, en su ministerio y en su vida,
puedan buscar tu gloria en Cristo.
Él, que vive y reina contigo.
que constituiste a tu Unigénito
sumo y eterno sacerdote,
te rogamos que cuantos él eligió
como ministros y administradores de tus misterios,
sean hallados fieles en el cumplimiento de su servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
SEÑOR Dios nuestro,
que para regir a tu pueblo
has querido servirte del ministerio de los sacerdotes,
concédeles perseverar al servicio de tu voluntad,
para que, en su ministerio y en su vida,
puedan buscar tu gloria en Cristo.
Él, que vive y reina contigo.
Oración sobre las ofrendas
OH, Dios,
tú has querido que tus sacerdotes
sean ministros del santo altar y del pueblo,
concede propicio, por la eficacia de este sacrificio,
que el ministerio de tus siervos te sea siempre grato
y dé, en tu Iglesia, frutos que siempre permanezcan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
SEÑOR Dios nuestro,
que para regir a tu pueblo
has querido disponer del ministerio de los sacerdotes,
concédeles un servicio perseverante según tu voluntad,
para que, en su ministerio y en su vida,
sean capaces de procurar tu gloria en Cristo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
O bien:
OH, Dios,
tú has querido que tus sacerdotes
sean servidores de los santos altares y del pueblo,
concede propicio, por la eficacia de este sacrificio,
que su ministerio te sean siempre grato
y dé, en tu Iglesia, el fruto que siempre permanece.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Jn 17, 17-18
Padre santo, santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo, dice el Señor.
Oración después de la comunión
TE pedimos, Señor,
que el sacrificio santo
que te hemos ofrecido y recibido en comunión
llene de vida a tus sacerdotes y a tus fieles,
para que, unidos a ti por un amor constante,
puedan servir dignamente a tu majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
LA víctima que hemos ofrecido y recibido, Señor,
llene de vida a tus sacerdotes y a tus fieles,
para que, unidos a ti por un amor constante,
merezcan servir dignamente a tu majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
tú has querido que tus sacerdotes
sean ministros del santo altar y del pueblo,
concede propicio, por la eficacia de este sacrificio,
que el ministerio de tus siervos te sea siempre grato
y dé, en tu Iglesia, frutos que siempre permanezcan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
SEÑOR Dios nuestro,
que para regir a tu pueblo
has querido disponer del ministerio de los sacerdotes,
concédeles un servicio perseverante según tu voluntad,
para que, en su ministerio y en su vida,
sean capaces de procurar tu gloria en Cristo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
O bien:
OH, Dios,
tú has querido que tus sacerdotes
sean servidores de los santos altares y del pueblo,
concede propicio, por la eficacia de este sacrificio,
que su ministerio te sean siempre grato
y dé, en tu Iglesia, el fruto que siempre permanece.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf. Jn 17, 17-18
Padre santo, santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo, dice el Señor.
Oración después de la comunión
TE pedimos, Señor,
que el sacrificio santo
que te hemos ofrecido y recibido en comunión
llene de vida a tus sacerdotes y a tus fieles,
para que, unidos a ti por un amor constante,
puedan servir dignamente a tu majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
LA víctima que hemos ofrecido y recibido, Señor,
llene de vida a tus sacerdotes y a tus fieles,
para que, unidos a ti por un amor constante,
merezcan servir dignamente a tu majestad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
© Conferencia Episcopal Española
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