X. EN LA DEDICACIÓN DE UNA IGLESIA O DE UN ALTAR
1. En la dedicación de una iglesia
Antífona de entrada Cf. Sal 67, 6-7. 36
Dios vive en su santa morada. Dios, el que hace habitar juntos en su casa, él mismo dará fuerza y poder a su pueblo [T. P. Aleluya].
O bien, con el salmo 121: Cf. Sal 121, 1
Llenos de alegría vamos a la casa del Señor [T. P. Aleluya].
O bien, con el salmo 121: Cf. Sal 121, 1
Llenos de alegría vamos a la casa del Señor [T. P. Aleluya].
Se dice Gloria.
Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
derrama tu gracia sobre este lugar
y socorre a cuantos en él te invocan;
que el poder de tu palabra y de los sacramentos
fortalezcan aquí el corazón de todos los fieles.
derrama tu gracia sobre este lugar
y socorre a cuantos en él te invocan;
que el poder de tu palabra y de los sacramentos
fortalezcan aquí el corazón de todos los fieles.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Se dice Credo, si lo exigen las rúbricas; se omite la oración universal.
Se dice Credo, si lo exigen las rúbricas; se omite la oración universal.
Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor, las ofrendas
que la Iglesia te presenta con gozo,
para que tu pueblo, reunido en este lugar santo,
alcance por estos sacramentos
la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacios
A. Cuando no se han celebrado antes los sagrados misterios, se dice la plegaria eucarística I o III con el siguiente prefacio.
EL MISTERIO DEL TEMPLO DE DIOS
Texto musicalizado en Apéndice I.
V/. El Señor esté con vosotros. R/.
V/. Levantemos el corazón. R/.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo.
Tú has hecho del universo entero
el templo de tu gloria,
para que tu nombre resplandezca en todas partes,
y quieres también que te consagremos lugares aptos
para celebrar los divinos misterios.
Por eso, exultantes de gozo,
dedicamos a tu majestad esta casa de oración,
construida con el trabajo de los hombres.
Aquí se manifiesta el misterio del verdadero Templo
y se vislumbra la imagen de la Jerusalén celestial,
pues al Cuerpo de tu Hijo nacido de la santa Virgen
lo hiciste Templo consagrado a ti,
en el que habitara la plenitud de la divinidad.
También constituiste a la Iglesia como ciudad santa
edificada sobre el cimiento de los Apóstoles,
siendo Jesucristo la suprema piedra angular,
y ha de seguir construyéndose con piedras elegidas,
vivificadas por tu Espíritu,
unidas por el amor,
donde tú serás siempre todo para todos
y brillará eternamente la luz de Cristo.
Por él, nosotros, Señor,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos llenos de alegría, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
B. Cuando ya se han celebrado habitualmente los sagrados misterios, se dice la plegaria eucarística I o III con el siguiente prefacio.
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo.
Tú has hecho del universo entero
el templo de tu gloria,
para que tu nombre resplandezca en todas partes,
y quieres también que te consagremos lugares aptos
para celebrar los divinos misterios.
Por eso, exultantes de gozo,
dedicamos a tu majestad esta casa de oración,
construida con el trabajo de los hombres.
Aquí se manifiesta el misterio del verdadero Templo
y se vislumbra la imagen de la Jerusalén celestial,
pues al Cuerpo de tu Hijo nacido de la santa Virgen
lo hiciste Templo consagrado a ti,
en el que habitara la plenitud de la divinidad.
También constituiste a la Iglesia como ciudad santa
edificada sobre el cimiento de los Apóstoles,
siendo Jesucristo la suprema piedra angular,
y ha de seguir construyéndose con piedras elegidas,
vivificadas por tu Espíritu,
unidas por el amor,
donde tú serás siempre todo para todos
y brillará eternamente la luz de Cristo.
Por él, nosotros, Señor,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos llenos de alegría, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
B. Cuando ya se han celebrado habitualmente los sagrados misterios, se dice la plegaria eucarística I o III con el siguiente prefacio.
EL MISTERIO DEL TEMPLO DE DIOS, QUE ES LA IGLESIA
Texto musicalizado en Apéndice I.
V/. El Señor esté con vosotros. R/.
V/. Levantemos el corazón. R/.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en la casa visible que nos has concedido construir,
donde proteges sin cesar
a la familia que peregrina hacia ti,
manifiestas y realizas de manera admirable
el misterio de tu comunión con nosotros.
Aquí vas edificando para ti
aquel templo que somos nosotros,
y haces que Iglesia, extendida por toda la tierra,
crezca sin cesar como Cuerpo del Señor,
hasta que la lleves a su plenitud,
en la Jerusalén del cielo, visión de paz.
Por eso, te celebramos en el templo de tu gloria,
y con la multitud de los coros bienaventurados
te bendecimos y glorificamos, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
En las plegarias eucarísticas se hace mención de la dedicación de la iglesia.
I. Cuando se utiliza el Canon romano se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio.
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en la casa visible que nos has concedido construir,
donde proteges sin cesar
a la familia que peregrina hacia ti,
manifiestas y realizas de manera admirable
el misterio de tu comunión con nosotros.
Aquí vas edificando para ti
aquel templo que somos nosotros,
y haces que Iglesia, extendida por toda la tierra,
crezca sin cesar como Cuerpo del Señor,
hasta que la lleves a su plenitud,
en la Jerusalén del cielo, visión de paz.
Por eso, te celebramos en el templo de tu gloria,
y con la multitud de los coros bienaventurados
te bendecimos y glorificamos, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
En las plegarias eucarísticas se hace mención de la dedicación de la iglesia.
I. Cuando se utiliza el Canon romano se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio.
Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos,
y de toda tu familia santa,
que han edificado con infatigable esfuerzo este trabajo
y te lo han dedicado
[en honor de san N.].
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
III. Cuando se utiliza la plegaria eucarística III, se añade la siguiente intercesión.
... al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia,
que te dedica esta iglesia;
concede propicio
que sea casa de salvación
y recinto de los sacramentos del cielo,
donde resuene el evangelio de la paz
y se celebren los santos misterios,
para que los fieles,
iluminados con la palabra de la vida y con tu gracia,
peregrinen de tal modo por la tierra
que merezcan llegar a la Jerusalén celeste,
en la que tú, Padre misericordioso,
reúnes en torno a ti
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos...
Antífona de la comunión Cf. Mt 21, 12; Lc 11, 10
Mi casa será casa de oración, dice el Señor; en ella todo el que pide recibe; el que busca halla y el que llama se le abre [T. P. Aleluya].
O bien: Cf. Sal 127, 3
Como brotes de olivo alrededor de la mesa del Señor están los hijos de la Iglesia [T. P. Aleluya].
O bien: Cf. Sal 127, 3
Como brotes de olivo alrededor de la mesa del Señor están los hijos de la Iglesia [T. P. Aleluya].
Oración después de la comunión
POR medio de los sacramentos que hemos recibido
acrecienta tu verdad en nosotros, Señor,
para que te adoremos sin cesar en el templo santo
y nos gloriemos en tu presencia con todos los bienaventurados.
acrecienta tu verdad en nosotros, Señor,
para que te adoremos sin cesar en el templo santo
y nos gloriemos en tu presencia con todos los bienaventurados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición solemne al final de la misa
El obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:
DIOS, Señor del cielo y de la tierra,
que os ha congregado hoy
para la dedicación de esta iglesia,
multiplique sobre vosotros las bendiciones del cielo.
R/. Amén.
Él, que quiso reunir en su Hijo a todos los hijos dispersos,
haga de vosotros templo suyo y morada del Espíritu Santo.
R/. Amén.
Para que así, felizmente purificados de toda mancha,
podáis tener en vosotros a Dios como huésped
y poseer, con todos los santos,
la herencia de la eterna dicha.
la heredad del reino eterno.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo,
descienda sobre vosotros y permanezca siempre.
R/. Amén.
Cuando se dedica un altar, normalmente se emplea la misa ritual propia, con color blanco o festivo. Pero la dedicación del altar no se puede hacer en el Triduo pascual, en el Miércoles de Ceniza, en las ferias de la Semana Santa, ni en la Conmemoración de todos los fieles difuntos. En la Natividad del Señor, en la Epifanía, en la Ascensión y en el domingo de Pentecostés, así como en los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, se toma la misa del día, excepto la oración sobre las ofrendas y el prefacio, íntimamente ligados al mismo rito.
Antífona de entrada Sal 83, 10-11
Se dice Gloria.
Oración sobre las ofrendas
DESCIENDA, Señor y Dios nuestro,
tu Espíritu Santo sobre este altar,
para que santifique los dones de tu pueblo
y se digne purificar el corazón
de quienes van a recibirlos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se dice la plegaria eucarística I o III, con el siguiente prefacio.
Prefacio
Bendición solemne al final de la misa
El obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:
DIOS, Señor del cielo y de la tierra,
que os ha congregado hoy
para la dedicación de esta iglesia,
multiplique sobre vosotros las bendiciones del cielo.
R/. Amén.
Él, que quiso reunir en su Hijo a todos los hijos dispersos,
haga de vosotros templo suyo y morada del Espíritu Santo.
R/. Amén.
Para que así, felizmente purificados de toda mancha,
podáis tener en vosotros a Dios como huésped
y poseer, con todos los santos,
la herencia de la eterna dicha.
la heredad del reino eterno.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo,
descienda sobre vosotros y permanezca siempre.
R/. Amén.
2. En la dedicación de un altar
Cuando se dedica un altar, normalmente se emplea la misa ritual propia, con color blanco o festivo. Pero la dedicación del altar no se puede hacer en el Triduo pascual, en el Miércoles de Ceniza, en las ferias de la Semana Santa, ni en la Conmemoración de todos los fieles difuntos. En la Natividad del Señor, en la Epifanía, en la Ascensión y en el domingo de Pentecostés, así como en los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, se toma la misa del día, excepto la oración sobre las ofrendas y el prefacio, íntimamente ligados al mismo rito.
Antífona de entrada Sal 83, 10-11
Fíjate, oh, Dios, escudo nuestro, mira el rosto de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa [T. P. Aleluya].
O bien: Cf. Sal 42, 4
Me acercaré al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud [T. P. Aleluya].
O bien: Cf. Sal 42, 4
Me acercaré al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud [T. P. Aleluya].
Se dice Gloria.
Oración colecta
OH, Dios, tú quisiste atraer todas las cosas
hacia tu Hijo levantado en el ara de la cruz;
llena con la gracia del cielo a tu Iglesia
que te dedica esta mesa de altar,
en torno a la que, generosamente, vas a alimentar a tus fieles,
y, por la efusión del Espíritu,
a convertirlos en pueblo a ti consagrado para siempre.
hacia tu Hijo levantado en el ara de la cruz;
llena con la gracia del cielo a tu Iglesia
que te dedica esta mesa de altar,
en torno a la que, generosamente, vas a alimentar a tus fieles,
y, por la efusión del Espíritu,
a convertirlos en pueblo a ti consagrado para siempre.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Se dice Credo; se omite la oración universal.
Se dice Credo; se omite la oración universal.
Oración sobre las ofrendas
DESCIENDA, Señor y Dios nuestro,
tu Espíritu Santo sobre este altar,
para que santifique los dones de tu pueblo
y se digne purificar el corazón
de quienes van a recibirlos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se dice la plegaria eucarística I o III, con el siguiente prefacio.
Prefacio
EL ALTAR ES DIOS
Texto musicalizado en Apéndice I.
V/. El Señor esté con vosotros. R/.
V/. Levantemos el corazón. R/.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual, verdadero sacerdote y verdadera víctima,
nos mandó celebrar perpetuamente
el memorial del sacrificio
que él mismo te ofreció en el altar de la cruz.
Por eso, tu pueblo ha erigido este altar
que, llenos de júbilo, te dedicamos.
Este es, en verdad, el lugar excelso
donde sin cesar se ofrece sacramentalmente el sacrificio de Cristo,
se te rinde una alabanza perfecta
y brota nuestra redención.
Aquí se prepara la mesa del Señor,
en torno a la cual tus hijos,
alimentados por el Cuerpo de Cristo,
se congregan en una y santa Iglesia.
Aquí los fieles beben tu Espíritu
en las aguas que brotan de la roca espiritual, que es Cristo,
por quien son transformados
en ofrenda santa y altar vivo.
Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual, verdadero sacerdote y verdadera víctima,
nos mandó celebrar perpetuamente
el memorial del sacrificio
que él mismo te ofreció en el altar de la cruz.
Por eso, tu pueblo ha erigido este altar
que, llenos de júbilo, te dedicamos.
Este es, en verdad, el lugar excelso
donde sin cesar se ofrece sacramentalmente el sacrificio de Cristo,
se te rinde una alabanza perfecta
y brota nuestra redención.
Aquí se prepara la mesa del Señor,
en torno a la cual tus hijos,
alimentados por el Cuerpo de Cristo,
se congregan en una y santa Iglesia.
Aquí los fieles beben tu Espíritu
en las aguas que brotan de la roca espiritual, que es Cristo,
por quien son transformados
en ofrenda santa y altar vivo.
Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Antífona de la comunión Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre [T. P. Aleluya].
O bien: Cf. Sal 127, 3
Como brotes de olivo alrededor de la mesa del Señor están los hijos de la Iglesia [T. P. Aleluya].
O bien: Cf. Sal 127, 3
Como brotes de olivo alrededor de la mesa del Señor están los hijos de la Iglesia [T. P. Aleluya].
Oración después de la comunión
CONCÉDENOS, Señor, vivir siempre unidos a tu altar,
donde se celebra el sacramento del sacrificio,
para que, congregados en la fe y el amor,
al alimentarnos de Cristo,
nos transformemos en él.
donde se celebra el sacramento del sacrificio,
para que, congregados en la fe y el amor,
al alimentarnos de Cristo,
nos transformemos en él.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Bendición solemne al final de la misa
El obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:
DIOS, que os ha enriquecido con el sacerdocio real,
os conceda cumplir fielmente vuestros deberes
y participar dignamente del sacrificio de Cristo.
R/. Amén.
El que os ha reunido en torno a un mismo altar
y os ha alimentado con un mismo pan,
os conceda tener un solo corazón y una sola alma.
R/. Amén.
Y así, con el ejemplo de vuestro amor,
llevéis a Cristo
a aquellos a quienes se lo anunciáis.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo,
descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
Bendición solemne al final de la misa
El obispo, con las manos extendidas sobre el pueblo, dice:
DIOS, que os ha enriquecido con el sacerdocio real,
os conceda cumplir fielmente vuestros deberes
y participar dignamente del sacrificio de Cristo.
R/. Amén.
El que os ha reunido en torno a un mismo altar
y os ha alimentado con un mismo pan,
os conceda tener un solo corazón y una sola alma.
R/. Amén.
Y así, con el ejemplo de vuestro amor,
llevéis a Cristo
a aquellos a quienes se lo anunciáis.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo,
descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
© Conferencia Episcopal Española
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