PLEGARIA EUCARÍSTICA III
128. V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
Sigue el prefacio que corresponda según las rúbricas, el cual concluye:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna. en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
129. El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
SANTO eres en verdad, Padre,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
130. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te suplicamos
que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y sobre el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan
en el Cuerpo y ✠ la Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar estos misterios.
131. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras.
Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
[En la misa vespertina del Jueves Santo:
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo
los amó hasta el extremo
y, mientras cenaba con sus discípulos,]
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora, haciendo genuflexión.
132. Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR VOSOTROS Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo genuflexión.
133. Luego dice:
Este es el Misterio de la fe.
O bien:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
O bien:
Aclamemos el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Cada vez que comemos de este pan
y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien:
Proclamemos el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Sálvanos, Salvador del mundo,
que nos has liberado por tu cruz y resurrección.
134. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia
y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
ormemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente
para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José,
los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono]
y todos los santos,
por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
En las misas de Pascua, de su octava y en el bautismo de adultos; en la misa del bautismo de niños, de confirmación, de primera comunión y del matrimonio se dicen las intercesiones particulares.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
al tu servidor, el papa N., a nuestro obispo N.,
con el obispo coadjutor (auxiliar) N.,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
En la Natividad del Señor y durante su octava, en la Epifanía del Señor, en la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua, en la Ascensión del Señor y en el domingo de Pentecostés se dice el recuerdo propio.
Atiende los deseos de esta familia
que has congregado en tu presencia.
[En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse:
en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte
y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.]
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
135. Cuando esta plegaria eucarística se utiliza en las misas de difuntos, puede decirse:
† Recuerda a tu hijo (hija) N.
a quien llamaste [hoy] de este mundo a tu presencia:
concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo,
comparta, también, con él la gloria de la resurrección,
cuando Cristo haga surgir de la tierra a los muertos,
y transforme nuestro cuerpo frágil
en cuerpo glorioso como el suyo.
Y a nuestros hermanos difuntos,
y a cuantos murieron en tu amistad,
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria;
allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos,
porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro,
seremos para siempre semejantes a ti
y cantaremos eternamente tus alabanzas,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
136. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y elevándolos, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de comunión.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
al tu servidor, el papa N., a nuestro obispo N.,
con el obispo coadjutor (auxiliar) N.,
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
En las misas de Pascua, de su octava y en la del bautismo de adultos:
Confirma en el santo proposito a tus hijos [N. y N.], que hoy, por el bautismo [y del don del Espíritu], has agregado a tu pueblo y concédeles andar siempre en una vida nueva.*
En la misa del bautismo de niños:
Ayuda a nuestros hermanos [N. y N.], que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo librándolos del pecado; tú que los has incorporado, como miembros vivos, al Cuerpo de Cristo, inscribe también sus nombres en el libro de la vida.*
En la misa de la confirmación:
Acuérdate también, Señor, de estos siervos tuyos [N. y N.] que, regenerados en el Bautismo, te has dignado confirmar con el don del Espíritu Santo y, con bondad, consérvalos en tu gracia.*
En la misa de primera comunión:
Ayuda a tus hijos [N. y N.], que por vez primera invitas en este día a participar del Pan de vida y del Cáliz de salvación, en la mesa de tu familia; concédeles crecer siempre en tu amistad y en la comunión con tu Iglesia.*
En la misa del matrimonio:
Conforta, con la gracia del matrimonio a N. y N., a quienes, felizmente, has conducido al día de su matrimonio, para que la alianza que han sellado en tu presencia la conserven a lo largo de toda su vida, con tu protección.*
*Atiende los deseos y súplicas de esta familia
que has congregado en tu presencia.
En la Natividad del Señor y durante su octava:
(en la noche santa) en el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo.*
En la Epifanía del Señor:
en el día santo, en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad de nuestra carne, hecho hombre.*
Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua:
(en la noche gloriosa) en el día glorioso de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne.*
En la Ascensión del Señor:
en el día glorioso de la Ascensión, en el que Cristo ha sido constituido Señor del cielo y de la tierra.*
En el domingo de Pentecostés:
en el día en que la efusión de tu Espíritu ha hecho de ella sacramento de unidad para todos los pueblos.*
*Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y elevándolos, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de comunión.
134. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia
y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
ormemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente
para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José,
los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono]
y todos los santos,
por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
En las misas de Pascua, de su octava y en el bautismo de adultos; en la misa del bautismo de niños, de confirmación, de primera comunión y del matrimonio se dicen las intercesiones particulares.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
al tu servidor, el papa N., a nuestro obispo N.,
[Aquí se puede hacer mención del obispo coadjutor o de los obispos auxiliares:
con el obispo coadjutor (auxiliar) N.,
o bien:
y sus obispos auxiliares,
El obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
o bien, cuando celebra un obispo que no es el ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., obispo de esta Iglesia de N.,
conmigo, indigno siervo tuyo,]
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
En la Natividad del Señor y durante su octava, en la Epifanía del Señor, en la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua, en la Ascensión del Señor y en el domingo de Pentecostés se dice el recuerdo propio.
Atiende los deseos de esta familia
que has congregado en tu presencia.
[En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse:
en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte
y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.]
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
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135. Cuando esta plegaria eucarística se utiliza en las misas de difuntos, puede decirse:
† Recuerda a tu hijo (hija) N.
a quien llamaste [hoy] de este mundo a tu presencia:
concédele que, así como ha compartido ya la muerte de Jesucristo,
comparta, también, con él la gloria de la resurrección,
cuando Cristo haga surgir de la tierra a los muertos,
y transforme nuestro cuerpo frágil
en cuerpo glorioso como el suyo.
Y a nuestros hermanos difuntos,
y a cuantos murieron en tu amistad,
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria;
allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos,
porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro,
seremos para siempre semejantes a ti
y cantaremos eternamente tus alabanzas,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
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136. Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y elevándolos, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de comunión.
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Intercesiones particulares
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
al tu servidor, el papa N., a nuestro obispo N.,
[Aquí se puede hacer mención del obispo coadjutor o de los obispos auxiliares:
con el obispo coadjutor (auxiliar) N.,
o bien:
y sus obispos auxiliares,
El obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
o bien, cuando celebra un obispo que no es el ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., obispo de esta Iglesia de N.,
conmigo, indigno siervo tuyo,]
al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.
En las misas de Pascua, de su octava y en la del bautismo de adultos:
Confirma en el santo proposito a tus hijos [N. y N.], que hoy, por el bautismo [y del don del Espíritu], has agregado a tu pueblo y concédeles andar siempre en una vida nueva.*
En la misa del bautismo de niños:
Ayuda a nuestros hermanos [N. y N.], que hoy has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo librándolos del pecado; tú que los has incorporado, como miembros vivos, al Cuerpo de Cristo, inscribe también sus nombres en el libro de la vida.*
En la misa de la confirmación:
Acuérdate también, Señor, de estos siervos tuyos [N. y N.] que, regenerados en el Bautismo, te has dignado confirmar con el don del Espíritu Santo y, con bondad, consérvalos en tu gracia.*
En la misa de primera comunión:
Ayuda a tus hijos [N. y N.], que por vez primera invitas en este día a participar del Pan de vida y del Cáliz de salvación, en la mesa de tu familia; concédeles crecer siempre en tu amistad y en la comunión con tu Iglesia.*
En la misa del matrimonio:
Conforta, con la gracia del matrimonio a N. y N., a quienes, felizmente, has conducido al día de su matrimonio, para que la alianza que han sellado en tu presencia la conserven a lo largo de toda su vida, con tu protección.*
Recuerdo propio de algunas solemnidades
*Atiende los deseos y súplicas de esta familia
que has congregado en tu presencia.
En la Natividad del Señor y durante su octava:
(en la noche santa) en el día santo en que la Virgen María dio a luz al Salvador del mundo.*
En la Epifanía del Señor:
en el día santo, en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad de nuestra carne, hecho hombre.*
Desde la misa de la Vigilia pascual hasta el segundo domingo de Pascua:
(en la noche gloriosa) en el día glorioso de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne.*
En la Ascensión del Señor:
en el día glorioso de la Ascensión, en el que Cristo ha sido constituido Señor del cielo y de la tierra.*
En el domingo de Pentecostés:
en el día en que la efusión de tu Espíritu ha hecho de ella sacramento de unidad para todos los pueblos.*
*Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y elevándolos, dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de comunión.
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