PREFACIO III DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
(Prefacio de la misa votiva B de la bienaventurada Virgen María)
MARÍA, MODELO Y MADRE DE LA IGLESIA
77. Este prefacio se dice en las misas de la bienaventurada Virgen María.
Texto musicalizado en Apéndice I.
V/. El Señor esté con vosotros. R/.
V/. Levantemos el corazón. R/.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.
EN verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
y alabarte debidamente
en esta celebración en honor de la Virgen María.
Ella, al aceptar a tu Verbo con inmaculado corazón,
mereció concebirlo en su seno virginal,
y, al dar a luz al Creador, preparó el nacimiento de la Iglesia.
Ella, al recibir junto a la cruz
el testamento de tu amor divino,
tomó como hijos a todos los hombres,
nacidos a la vida sobrenatural
por la muerte de Cristo.
Ella, esperando con los apóstoles la venida del Espíritu,
al unir sus oraciones a las de los discípulos,
se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante.
Desde su asunción a los cielos,
acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina
y protege sus pasos hacia la patria celeste,
hasta la venida gloriosa del Señor.
Por eso, con los santos y todos los ángeles,
te alabamos, proclamando sin cesar:
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
y alabarte debidamente
en esta celebración en honor de la Virgen María.
Ella, al aceptar a tu Verbo con inmaculado corazón,
mereció concebirlo en su seno virginal,
y, al dar a luz al Creador, preparó el nacimiento de la Iglesia.
Ella, al recibir junto a la cruz
el testamento de tu amor divino,
tomó como hijos a todos los hombres,
nacidos a la vida sobrenatural
por la muerte de Cristo.
Ella, esperando con los apóstoles la venida del Espíritu,
al unir sus oraciones a las de los discípulos,
se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante.
Desde su asunción a los cielos,
acompaña con amor materno a la Iglesia peregrina
y protege sus pasos hacia la patria celeste,
hasta la venida gloriosa del Señor.
Por eso, con los santos y todos los ángeles,
te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
© Conferencia Episcopal Española
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