Ritual de exequias (extracto) - Introducción


INTRODUCCIÓN


«Las exequias cristianas son una celebración litúrgica de la Iglesia. El ministerio de la Igle­sia pretende expresar también aquí la comunión eficaz con el difunto, y hacer participar en esa comunión a la asamblea reunida para las exequias y anunciarle la vida eterna» (CEC, n. 1684).

El Concilio Vaticano II pidió que las exequias cristianas manifestaran claramente el sentido pascual de la muerte del cristiano y que el rito respondiera a las circunstancias y tradiciones de cada país (cf. SC, n. 81). Este deseo expresaba el fuerte interés de la Iglesia en que la liturgia resplandezca en su ser más genuino y profundo y en que los fieles puedan vivir el culto con una participación activa, consciente y fructuosa (cf. SC, n. 11).

En lo que se refiere a las exequias, estas palabras recogen también el testimonio que nos ofrece la historia de la liturgia, por el que sabemos que a lo largo de los siglos la forma de dar sepultura a los cristianos ha ido variando y acomodándose a los distintos tiempos y lugares, si bien la fe en la resurrección de los muertos ha permanecido invariable.

El ritual, publicado en su edición típica en el año 1969 y en su versión en español en el año 1971, vio la luz con la pretensión de mostrar al mundo de hoy que la fe cristiana confiere un profundo sentido a la muerte y que, lejos de una concepción desgarradora, vacía o nihilista, puede llegar a ser vivida como un anuncio gozoso y confiado de la vida eterna y de la esperanza en la resurrección propias de nuestra fe.

La edición española actualmente en vigor del Ritual de exequias, publicada en el año 1988, aporta un notable enriquecimiento litúrgico que no ha de ser puesto en duda. En efecto, dicho ritual contiene una gran variedad de textos, tanto eucológicos como bíblicos, para las distintas circunstancias en que acontecen las exequias de los cristianos, así como varios «esquemas» de celebraciones que responden a las diversas necesidades y situaciones que se plantean en el contexto social actual.

La presente publicación recoge dos formas típicas de la celebración de las exequias en toda su extensión, es decir, con las tres clásicas estaciones en casa del difunto, en la iglesia y en el cementerio. Asimismo, se encuentran otros dos ritos simplificados, cada vez de mayor uso, sobre todo en el ámbito urbano, donde no es posible realizar las tres estaciones citadas.

El extracto ofrece también los textos propios para determinadas exequias; en concreto, para aquellos casos especialmente significativos, como la exequias de un obispo o de un presbítero, un religioso o religiosa, o de un párvulo. Para comodidad del ministro, estos textos se presentan siguiendo el orden lógico de la celebración litúrgica, pues en el ritual se encuentran dispersos.

Se recoge también el rito de las exequias ante la urna de las cenizas, forma cada vez más utilizada debido al incremento del recurso de la incineración del cadáver. A este respecto conviene recordar, como lo ha hecho recientemente la Congregación para la Doctrina de la Fe [1], que el destino de las cenizas de los cuerpos ha de ser coherente con la fe y la esperanza en la resurrección, es decir; la sepultura en cementerios o columbarios, en la iglesia u en otro lugar sagrado, apto para la oración y el recuerdo a los difuntos. Por esta razón no se permiten otros usos, como la práctica de diseminarlas, convertirlas en objetos de joyería o conservarlas en las casas.

Desde el punto de vista pastoral es muy útil la recopilación de textos —monición intro­ductoria, oración de los fieles, invitación para el último adiós— para casos especiales, así como el esquema de lecturas, estructuradas por temas y circunstancias; sin duda será una buena ayuda en orden a la oportuna selección de las mismas.

El breve elenco de lecturas pretende ser de ayuda para un momento puntual o para una oración más prolongada en la casa del difunto o en el tanatorio u otro lugar oportuno, pero nunca debe entenderse como una alternativa al leccionario de las exequias, que se encuentra en su volumen correspondiente, para ser usado en el ambón, su lugar litúrgico propio.

El repertorio de cantos ofrece una sencilla selección de los más usados o conocidos pre­sentes en el ritual.

Finalmente, la selección de formularios para orar en la capilla ardiente puede resultar útil para los sacerdotes y diáconos que tienen una determinada misión pastoral, pero también para todo fiel que ha de visitar y acompañar a los familiares de un difunto en su casa o en el tanatorio y desea realizar una oración por él.


Luis García Gutiérrez
Director del Secretariado
de la Comisión Episcopal de Liturgia


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[1] Cf. Instrucción Ad resurgendum cum Christo, acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación (15 de agosto de 2016).


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