Leccionario III (impar) - Viernes de la XXVII semana del tiempo ordinario

TIEMPO ORDINARIO

VIERNES DE LA XXVII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Jl 1, 13-15; 2, 1-2
El Día del Señor, día de oscuridad y negrura

Lectura de la profecía de Joel.

VESTÍOS de luto,
    haced duelo, sacerdotes,
    gritad, servidores del altar.
Venid y pasad la noche
    en sacos, servidores de Dios,
    pues no hay en el templo de vuestro Dios
    ofrenda y libación.
Proclamad un ayuno santo,
    convocad la asamblea,
    reunid a los jefes,
    a todos los habitantes del país
    en la casa de vuestro Dios
    y llamad a gritos al Señor.
¡Ay del día!
Se acerca el Día del Señor,
    llega como ruina arrolladora.
Tocad la trompeta en Sion,
    gritad en mi monte santo,
    se estremecen todos los habitantes del país,
    pues llega el Día del Señor.
Sí, se acerca,
    día de oscuridad y negrura,
    día de niebla y oscuridad,
    como el alba, sobre los montes,
    avanza un gentío innumerable,
    poderoso como nunca lo hubo
    ni lo habrá tras él por generaciones.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 9, 2-3. 6 y 16. 8-9 (R.: 9a)
R/.   El Señor juzgará el orbe con justicia.

        V/.   Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
                proclamando todas tus maravillas;
                me alegro y exulto contigo,
                y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo.   R/.

        V/.   Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
                y borraste para siempre su apellido.
                Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
                su pie quedó prendido en la red que escondieron.   R/.

        V/.   Dios está sentado por siempre
                en el trono que ha colocado para juzgar.
                El juzgará el orbe con justicia
                y regirá las naciones con rectitud.   R/.


Aleluya
Jn 12, 31b-32
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera
             —dice el Señor—.
        Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.   R/.

EVANGELIO
Lc 11, 15-26
Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, habiendo expulsado Jesús a un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:
    «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:
    «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.
Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por Jugares áridos, buscando un sitio para descansar, y, al no encontrarlo, dice:
“Volveré a mi casa de donde salí”.
Al volver se la encuentra barrida y arreglada.
Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí.
Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio».

Palabra del Señor.


© Conferencia Episcopal Española

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