Leccionario III (impar) - Martes de la XIV semana del tiempo ordinario

TIEMPO ORDINARIO

MARTES DE LA XIV SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Gén 32, 23-32
Te llamarás Israel, porque has luchado con Dios y has vencido

Lectura del libro del Génesis.

EN aquellos días, todavía de noche, se levantó Jacob, tomó a las dos mujeres, las dos criadas y los once hijos, y cruzó el vado de Yaboc. Después de tomarlos y hacerles pasar el torrente, hizo pasar cuanto poseía.
Y Jacob se quedó solo.
Un hombre luchó con él hasta la aurora. Y viendo que no podía a Jacob, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa mientras peleaba con él.
El hombre le dijo:
    «Suéltame, que llega la aurora».
Jacob respondió:
    «No te soltaré hasta que me bendigas».
Él le preguntó:
    «¿Cómo te llamas?».
Contestó: «Jacob».
Le replicó:
    «Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido».
Jacob, a su vez, preguntó:
    «Dime tu nombre».
Respondió:
    «¿Por qué me preguntas mi nombre?».
Y le bendijo.
Jacob llamó aquel lugar Penuel, pues se dijo:
    «He visto a Dios cara a cara y he quedado vivo».
Cuando atravesaba Penuel, salía el sol y él iba cojeando del muslo. Por eso los hijos de Israel hasta hoy no comen el tendón de la articulación del muslo, porque Jacob fue herido en dicho tendón del muslo.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 16, 1. 2-3. 6-7. 8 y 15 (R/.: 15a)
R/.   Yo con mi apelación vengo a tu presencia, Señor.

        V/.   Señor, escucha mi apelación,
                atiende a mis clamores,
                presta oído a mi súplica,
                que en mis labios no hay engaño.   R/.
     
        V/.   Emane de ti la sentencia,
                miren tus ojos la rectitud.
                Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche,
                aunque me pruebes al fuego,
                no encontrarás malicia en mí.   R/.

        V/.   Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
                inclina el oído y escucha mis palabras.
                Muestra las maravillas de tu misericordia,
                tú que salvas de los adversarios
                a quien se refugia a tu derecha.    R/.

        V/.   Guárdame como a las niñas de tus ojos,
                a la sombra de tus alas escóndeme.
                Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
                y al despertar me saciaré de tu semblante.    R/.


Aleluya
Jn 10, 14
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—,
        que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.   R/.

EVANGELIO
Mt 9, 32-38
La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló. La gente decía admirada:
    «Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían:
    «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
    «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Palabra del Señor.


© Conferencia Episcopal Española

No hay comentarios:

Publicar un comentario