Leccionario III (par) - Jueves de la XXII semana del tiempo ordinario

TIEMPO ORDINARIO

JUEVES DE LA XXII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA
Cor 3, 18-23
Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:
Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como
está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia». Y también:
«El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos».
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo Y Cristo de Dios.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 23, 1b-2. 3-4ab. 5-6 (R/.: 1b)
R/.   Del Señor es la tierra y cuanto la llena.

        V/.   Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
                 el orbe y todos sus habitantes:
                 él la fundó sobre los mares,
                 él la afianzó sobre los ríos.   R/.

        V/.   ¿Quién puede subir al monte del Señor?
                 ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
                 El hombre de manos inocentes y puro corazón,
                 que no confía en los ídolos.   R/.

        V/.   Ese recibirá la bendición del Señor,
                 le hará justicia el Dios de salvación.
                 Esta es la generación que busca al Señor,
                 que busca tu rostro, Dios de Jacob.   R/.


Aleluya
Mt 4, 19
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Venid en pos de mí —dice el Señor—,
        y os haré pescadores de hombres.    R/.

EVANGELIO
Lc 5, 1-11
Dejándolo todo, lo siguieron
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

EN aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en ¡a orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
   «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
   «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
   «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
   «No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor.


© Conferencia Episcopal Española

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