Leccionario III (par) - Sábado de la XX semana del tiempo ordinario

TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO DE LA XX SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA
Ez 43, 1-7a
La gloria del Señor entró en el templo

Lectura del libro del profeta Ezequiel.

EL ángel me condujo al pórtico oriental.
Vila Gloria del Dios de Israel que venía de Oriente, con un estruendo de aguas caudalosas. La tierra se iluminó con su Gloria. Esta visión fue como la visión que había contemplado cuando
vino a destruir la ciudad, y como la visión que había contemplado a orillas del río Quebar.
Caí rostro en tierra.
La Gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental.
Entonces me arrebató el espíritu y me llevó al atrio interior.
La Gloria del Señor llenaba el templo.
Entonces oí a uno que me hablaba desde el templo, mientras aquel hombre seguía de pie a mi lado, y me decía:
«Hijo de hombre, este es el sitio de mi trono, el sitio donde apoyo mis pies, y donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 84, 9abc y 10. 11-12. 13-14 (R/.: cf. 10b)
R/.   La gloria del Señor habitará en nuestra tierra.

        V/.   Voy a escuchar lo que dice el Señor:
                 «Dios anuncia la paz
                 a su pueblo y a sus amigos».
                 La salvación está cerca de los que le temen,
                 y la gloria habitará en nuestra tierra.   R/.

        V/.   La misericordia y la fidelidad se encuentran,
                 la justicia y la paz se besan;
                 la fidelidad brota de la tierra,
                 y la justicia mira desde el cielo.   R/.

        V/.   El Señor nos dará la lluvia,
                 y nuestra tierra dará su fruto.
                 La justicia marchará ante él,
                 la salvación seguirá sus pasos.   R/.


Aleluya
Mt 23, 9b. 10b
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Uno sólo es vuestro Padre, el del cielo;
        y uno sólo es vuestro maestro, el Mesías.    R/.

EVANGELIO
Mt 23, 1-12
Ellos dicen pero no hacen
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo Jo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque Uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor.


© Conferencia Episcopal Española

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