22 de julio
SANTA MARÍA MAGDALENA
Fiesta
Antífona de entrada Cf. Jn 20, 17
El Señor dijo a María Magdalena: «Ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro».
Oración colecta
OH, Dios,
tu Unigénito confió a María Magdalena,
antes que a nadie,
el anuncio de la alegría pascual,
concédenos, por su intercesión y ejemplo,
proclamar a Cristo vivo
y que le veamos reinando en tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.
OH, Dios,
tu Unigénito confió a María Magdalena,
antes que a nadie,
el anuncio de la alegría pascual,
concédenos, por su intercesión y ejemplo,
proclamar a Cristo vivo
y que le veamos reinando en tu gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración sobre las ofrendas
RECIBE, Señor, los dones que te presentamos
en la conmemoración de santa María Magdalena,
cuyo obsequio de amor
aceptó con tanta misericordia tu Hijo Unigénito.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
en la conmemoración de santa María Magdalena,
cuyo obsequio de amor
aceptó con tanta misericordia tu Hijo Unigénito.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Prefacio
APÓSTOL DE LOS APÓSTOLES
V/. El Señor esté con vosotros. R/.
V/. Levantemos el corazón. R/.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.
EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
aclamarte siempre,
Padre todopoderoso,
de quien la misericordia
no es menor que el poder,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual se apareció visiblemente en el huerto
a María Magdalena,
pues ella lo había amado en vida,
lo había visto morir en la cruz,
lo buscaba yacente en el sepulcro,
y fue la primera en adorarlo
resucitado de entre los muertos;
y él la honró ante los apóstoles
con el oficio del apostolado
para que la buena noticia de la vida nueva
llegase hasta los confines del mundo.
Por eso, Señor,
nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
es nuestro deber y salvación,
aclamarte siempre,
Padre todopoderoso,
de quien la misericordia
no es menor que el poder,
por Cristo, Señor nuestro.
El cual se apareció visiblemente en el huerto
a María Magdalena,
pues ella lo había amado en vida,
lo había visto morir en la cruz,
lo buscaba yacente en el sepulcro,
y fue la primera en adorarlo
resucitado de entre los muertos;
y él la honró ante los apóstoles
con el oficio del apostolado
para que la buena noticia de la vida nueva
llegase hasta los confines del mundo.
Por eso, Señor,
nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que vienen en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que vienen en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Antífona de comunión 2 Co 5, 14-15
Nos apremia el amor de Cristo para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Oración después de la comunión
QUE la participación santa en tus misterios, Señor,
infunda en nosotros
aquel amor perseverante con el que santa María Magdalena
se mantuvo unida siempre a Cristo, su Maestro.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
infunda en nosotros
aquel amor perseverante con el que santa María Magdalena
se mantuvo unida siempre a Cristo, su Maestro.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
© Conferencia Episcopal Española
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