Leccionario III (par) - Sábado de la X semana del tiempo ordinario

TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO DE LA X SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
1 Re 19, 19-21
Eliseo se levantó y marchó tras Elías

Lectura del primer libro de los Reyes.

EN aquellos días, partió Elías del monte y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien se hallaba arando. Frente a él tenía doce yuntas; él estaba con la duodécima. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima.
Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías, diciendo:
    «Déjame ir a despedir a mi padre y a mi madre y te seguiré».
Le respondió:
    «Anda y vuélvete, pues ¿qué te he hecho?».
Eliseo volvió atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 15, 1b-2a y 5. 7-8. 9-10 (R/.: cf. 5a)
R/.   Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.

        V/.   Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
                 Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
                 El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
                 mi suerte está en tu mano.   R/.

        V/.   Bendeciré al Señor que me aconseja,
                 hasta de noche me instruye internamente.
                 Tengo siempre presente al Señor,
                 con él a mi derecha no vacilaré.   R/.

        V/.   Por eso se me alegra el corazón,
                 se gozan mis entrañas,
                 y mi carne descansa esperanzada.
                 Porque no me abandonarás en la región de los muertos,
                 ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.   R/.


Aleluya
Sal 118, 36a. 29b
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Inclina mi corazón, oh, Dios, a tus preceptos;
        y dame la gracia de tu ley.   R/.

EVANGELIO
Mt 5, 33-37
Yo os digo que no juréis en absoluto
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”.
Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».

Palabra del Señor.

© Conferencia Episcopal Española

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