Leccionario I (B) - Aleluya para los domingos del tiempo ordinario

APÉNDICE III

ALELUYA
PARA LOS DOMINGOS DEL TIEMPO ORDINARIO


Estos textos pueden usarse en lugar de los que se hallan cada domingo antes del Evangelio.

1.
Sam 3, 9c; Jn 6, 68c
Habla, Señor, que tu siervo te escucha;
tú tienes palabras de vida eterna.

2.
Cf. Sal 18, 9
Tus palabras, Señor, alegran el corazón;
tu enseñanza da luz a los ojos.

3.
Sal 24, 4bc
Dios mío, instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad.

4.
Sal 26, 11ab
Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana.

5.
Cf. Sal 94, 8a. 7d
No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor.

6.
Sal 110, 7b-8a
Todos tus preceptos, Señor, merecen confianza,
son estables para siempre jamás.

7.
Sal 118, 18
Ábreme los ojos, Señor,
y contemplare las maravillas de tu voluntad.

8.
Sal 118, 27
Instrúyeme en el camino de tus mandatos
y meditaré tus maravillas.

9.
Cf. Sal 118, 34
Enséñame a cumplir tu ley, Señor,
y a guardarla de todo corazón.

10.
Cf. Sal 118, 36a. 29b 
Inclina mi corazón a tus preceptos, Señor,
y dame la gracia de tu voluntad.

11.
Sal 118, 88
Por tu bondad dame vida,
para que observe los preceptos de tu boca.

12.
Sal 118, 105
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.

13.
Sal 118, 135
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus decretos.

14.
Cf. Sal 129, 5
Espero en el Señor,
espero en su palabra.

15.
Sal 144, 13cd
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.

16.
Sal 147, 12a. 15a
Glorifica al Señor, Jerusalén;
él envía su mensaje a la tierra.

17.
Mt 4, 4b
No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

18.
Cf. Mt 11, 25
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.

19.
Cf. Lc 8, 15
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia.

20.
Lc 13, 38
Bendito el rey que viene en nombre del Señor;
paz en el cielo y gloria en las alturas.

21.
Jn 1, 14a. 12a
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros;
a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios.

22.
Cf. Jn 6, 63c. 68c
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

23.
Cf. Jn 8, 12b
Yo soy la luz del mundo —dice el Señor—;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

24.
Jn 10, 27
Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen.

25.
Jn 14, 6bc
Yo soy el camino y la verdad y la vida —dice el Señor—;
nadie va al Padre sino por mí.

26.
Cf. Jn 14, 23
El que me ama guardará mi palabra —dice el Señor—,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

27.
Jn 15, 15b
A vosotros os llamo amigos —dice el Señor—,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado ha conocer.

28.
Cf. Jn 17, 17b. a
Tu palabra, Señor, es verdad;
santifícanos en la verdad.

29.
Cf. Hch 16, 14b
Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.

30.
Cor 5, 19
Dios estaba en Cristo reconociendo al mundo consigo,
y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.

31.
Cf. Ef 1, 17-18
El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.

32.
Flp 2, 15d. 16
Brilláis como lumbreras del mundo,
manteniendo firma la palabra de la vida.

33.
Cf. Col 3, 16a. 17c
La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza,
dando gracias a Dios Padre por medio de Cristo.

34.
Cf. 1 Tes 2, 13
Acoged la palabra de Dios, no como palabra humana,
sino, cual es en verdad, como palabra de Dios.

35.
Cf. 2 Tes 2, 14
Dios nos llamó por medio del Evangelio
para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

36.
Cf. 2 Tm 1, 10
Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte,
e izo brillar la vida por medio del Evangelio.

37.
Hb 4, 12ad
La palabra de Dios es viva y eficaz;
juzga los deseos e intenciones del corazón.

38.
Sant 1, 18
El Padre, por propia iniciativa,
nos engendró con la palabra de la verdad,
para que seamos como una primicia de sus criaturas.

39.
Sant 1, 21bc
Acoged con docilidad la palabra,
que ha sido injertada en vosotros
y es capaz de salvar vuestras vidas.

40.
Cf. 1 Pe 1, 25
La palabra del Señor permanece para siempre;
esta es la palabra del Evangelio que ha sido anunciada.

41.
Jn 2, 5
Quien guarda la palabra de Cristo,
ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.

Para la últimos domingos:

1.
Mt 24, 42a. 44
Estad en vela y preparados,
porque a la hora que menos penséis
viene el Hijo del hombre.

2.
Lc 21, 28
Levantaos, alzad la cabeza:
se acerca vuestra liberación.

3.
Lc 21, 36
Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre.

4.
Ap 2, 10c
Sé fiel hasta la muerte —dice el Señor—
y te daré la corona de la vida.


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