APÉNDICE AL ORDINARIO DE LA MISA
Modo de decir
la plegaria eucarística «de la reconciliación» II
cuando se usa en una concelebración
El prefacio, y desde A ti, pues hasta entregaste a la muerte por nosotros, lo dice solo el celebrante principal con las manos extendidas.
Desde Y ahora, celebrando hasta celebrar estos misterios lo pronuncian todos los concelebrantes con las manos extendidas hacia las ofrendas.
Desde Porque él mismo, cuando hasta de la reconciliación perfecta, lo pronuncian todos los concelebrantes a una de este modo:
a) Porque él mismo, cuando, con las manos juntas;
b) las palabras del Señor, con la mano derecha, si parece oportuno, extendida hacia el pan y el cáliz; miran la hostia y el cáliz cuando el celebrante principal lo muestra a los fieles, y luego se inclinan profundamente.
c) Así pues, al celebrar el memorial, con las manos extendidas.
Las intercesiones: Te pedimos humildemente y Así como nos has congregado conviene que se confíen a uno y a otro de los concelebrantes, que pronuncia él solo esta oración, con las manos extendidas.
Pueden cantarse, especialmente, las partes que siguen: Y ahora, celebrando, Porque él mismo, cuando iba a entregar, Del mismo modo, Así pues, al celebrar el memorial, y la doxología final.
La doxología final de la plegaria eucarística puede pronunciarla solo el celebrante principal o él con los demás concelebrantes.
PLEGARIA EUCARÍSTICA «DE LA RECONCILIACIÓN»
II
II
1. V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
EN verdad es justo y necesario
darte gracias y alabarte,
Dios, Padre todopoderoso,
por todo lo que haces en este mundo,
por Jesucristo, Señor nuestro.
Pues en una humanidad dividida
por las enemistades y las discordias,
sabemos que tú diriges los ánimos
para que se dispongan a la reconciliación.
Por tu Espíritu mueves los corazones de los hombres
para que los enemigos vuelvan a la amistad,
los adversarios se den la mano,
los pueblos busquen la concordia.
Con tu acción eficaz consigues, Señor,
que el amor venza al odio,
la venganza deje paso a la indulgencia,
y la discordia se convierta en amor mutuo.
Por eso, con los coros celestiales
te damos gracias continuamente,
y en la tierra proclamamos tu gloria diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
2. El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
A ti, pues, Padre omnipotente,
te bendecimos por Jesucristo, tu Hijo,
que ha venido en tu nombre.
Él es la Palabra de salvación para los hombres,
la mano que tiendes a los pecadores,
el camino que nos conduce a tu paz.
Cuando nos habíamos apartado de ti
por nuestros pecados, Señor,
nos reconciliaste contigo,
para que, convertidos a ti, nos amáramos unos a otros
por tu Hijo, a quien entregaste a la muerte por nosotros.
3. Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Y ahora, celebrando la reconciliación que Cristo nos trajo,
te suplicamos:
por la efusión de tu Espíritu santifica estos dones
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
para que se conviertan en el Cuerpo y ✠ la Sangre de tu Hijo,
que nos mandó celebrar estos misterios.
Junta las manos.
4. En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo requiere la naturaleza de las mismas palabras:
Porque él mismo,
cuando iba a entregar su vida por nuestra liberación,
sentado a la mesa,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan en sus manos,
y dando gracias te bendijo,
lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora, haciendo genuflexión.
5. Después prosigue:
Del mismo modo, aquella noche,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó en sus manos el cáliz de la bendición
y, proclamando tu misericordia,
se lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMAD Y BEBED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR VOSOTROS Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo genuflexión.
6. Luego dice una de las siguientes fórmulas:
Éste es el Misterio de la fe.
O bien:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
O bien:
Aclamemos el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Cada vez que comemos de este pan
y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
O bien:
Proclamemos el Misterio de la fe.
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Sálvanos, Salvador del mundo,
que nos has liberado por tu cruz y resurrección.
7. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así pues, al celebrar el memorial
de la muerte y resurrección de tu Hijo,
que nos dejó esta prenda de su amor,
te ofrecemos lo que tú nos entregaste,
el sacrificio de la reconciliación perfecta.
Te pedimos humildemente, Padre Santo,
que nos aceptes también a nosotros, juntamente con tu Hijo,
y en este banquete salvífico
concédenos el mismo Espíritu,
que haga desaparecer toda enemistad entre nosotros.
Que este Espíritu haga de tu Iglesia signo de unidad
e instrumento de tu paz entre los hombres,
y nos guarde en comunión
con nuestro papa N., con nuestro obispo N.,
[Aquí se puede hacer mención del obispo coadjutor o de los obispos auxiliares:
con el obispo coadjutor (auxiliar) N.,
o bien:
y sus obispos auxiliares,
El obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:
conmigo, indigno siervo tuyo,
o bien, cuando celebra un obispo que no es el ordinario diocesano, dice:
con mi hermano N., obispo de esta Iglesia de N.,
conmigo, indigno siervo tuyo,]
con los demás obispos y con todo tu pueblo.
Así como nos has congregado ahora, en torno a la mesa de tu Hijo,
reúnenos con la gloriosa Virgen María, Madre de Dios,
con tus apóstoles y con todos los santos,
con nuestros hermanos
y con los hombres de toda raza y lengua,
que murieron en tu amistad,
en el banquete de la unidad eterna,
en los cielos y en la tierra nueva,
donde brilla la plenitud de tu paz,
Junta las manos.
en Jesucristo, Señor nuestro.
8. Toma la patena con el pan consagrado, y el cáliz, los eleva, y dice:
Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
Después sigue el rito de la comunión.
© Conferencia Episcopal Española
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