Ritual de exequias (extracto) - Textos diversos en casos especiales

TEXTOS DIVERSOS EN CASOS ESPECIALES


TEXTOS DIVERSOS EN CASOS ESPECIALES


1. En una muerte repentina

Monición introductiva

Hermanos: Hoy nos convoca un hecho desconcertante, aunque no infrecuente. La muerte inesperada de N. En realidad, la muerte resulta siempre dolorosa y nos sume en la angustia y en la conciencia de nuestra limitación. En momentos como el presente, acudimos a la fe para encontrar fortaleza y esperanza. Interroguemos, sí, a la fe, pero desde una actitud atenta a la revelación de Dios a través de su Palabra todopoderosa, y confiando también en la oración de la Iglesia.

[La Eucaristía que vamos a celebrar nos pone en contacto con el amor de Dios manifestado en la muerte y resurrección de su Hijo Jesucristo, causa de salvación para todos los hombres.]

[Dispongámonos a participar dignamente en ella.]

Oración de los fieles

Celebrante:

Con el corazón apenado por la muerte de N., pero confiando en la misericordia de Dios, nuestro Padre, oremos con fe.

Lector:

Para que libre de todo mal y admita en su presencia a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que ha sido arrebatado (arrebatada) por la muerte de forma tan inesperada. Roguemos al Señor.

Para que ayude a sus familiares y amigos y los consuele con su gracia. Roguemos al Señor.

Para que la Iglesia, en esta y en otras circunstancias de dolor, anuncie eficazmente la victoria de Cristo sobre la muerte. Roguemos al Señor.

Para que todos los que nos hemos reunido para dar el último adiós a N. sepamos construir una sociedad más humana y fraterna. Roguemos al Señor.

Para que Dios purifique a los fieles difuntos con su misericordia y los revista de gloria y de inmortalidad. Roguemos al Señor.

Celebrante:

TEN misericordia, Dios nuestro,
de tu siervo (sierva) N., y a nosotros concédenos
mantener siempre viva la esperanza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Invitación para el último adiós

Antes de separarnos [para conducir el cuerpo de N. al lugar de su reposo definitivo], oremos con fe y esperanza, confiando nuevamente en las manos de Dios a nuestro hermano (nuestra hermana).

Hemos venido a esta celebración hondamente afectados. Salgamos de ella fortalecidos por la palabra del Señor: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré». Pero no olvidemos tampoco su invitación a estar preparados, porque no sabemos el día ni la hora.

La aspersión con el agua bendita que vamos a realizar, en señal de respeto hacia estos restos mortales, significa que nuestro hermano (nuestra hermana) fue incorporado (incorporada) a la Iglesia por medio del bautismo. La Iglesia ora por él (ella) y lo (la) despide con afecto y con dolor.

2-. En la muerte de un padre (madre) de familia

Monición introductoria

Hermanos: Nos encontramos reunidos para decir adiós a un (una) [joven] padre (madre) de familia, N. De una manera especial, queremos estar hoy al lado de su esposa (esposo) e hijos para acompañarlos en su dolor. Pero, a la vez, queremos que estos momentos sean una afirmación de esperanza. De esperanza en el amor de Dios que nunca abandona a sus hijos, a pesar de las pruebas de la vida. De esperanza, también, en el amor de este padre (esta madre), santificado por el sacramento del matrimonio, que no quedará sin fruto. Como Cristo, todo el que ama y se sacrifica por los demás se convierte en fuente de vida inagotable.

Es lo que vamos a tener presente al escuchar la Palabra de Dios [y celebrar el sacrificio eucarístico en favor de nuestro hermano (nuestra hermana)].

[Pero, antes, reconozcamos en silencio nuestra condición de pecadores y pidamos perdón al Señor.]

Oración de los fieles

Celebrante:

Con la confianza puesta en el amor de Dios, oremos por N. y por todos los que sufren esta pérdida.

Lector:

 Pidamos por nuestro hermano (hermana) N.: para que la semilla de su vita rota [en plena juventud] florezca multiplicada en el amor de los suyos. Roguemos al Señor.

 Oremos por sus familiares: para que superen la tristeza y afronten la vida con esperanza. Roguemos al Señor.

 Pidamos también por esta comunidad [parroquial]: para que, en situaciones como esta, estemos cerca de los que sufren. Roguemos al Señor.

 Oremos por todos los matrimonios cristianos y por sus hijos: para que colaboren generosamente a hacer de la sociedad una familia humana. Roguemos al Señor.

 Pidamos por todos los difuntos: para que el Padre de las misericordias los admita en su morada del cielo. Roguemos al Señor.

Celebrante:

ESCUCHA nuestras súplicas, Señor,
y recibe en tus brazos
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
que amó y sirvió a su familia
imitando tu generosidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Invitación para el último adiós

Al llegar el momento de la despedida, digamos adiós a los restos mortales de este padre (esta madre) [joven] N., que vais a introducir en la tierra, como el grano de trigo destinado a dar fruto.

Enconmendémoslo (encomendémosla), una vez más, al amor del Padre, con la confianza de que le dará una felicidad infinitavmente mayor, y hará que un día él (ella) y su familia se vuelvan a encontrar en el reino eterno.

Nuestro canto y nuestra oración, al tiempo que honramos el cuerpo de este padre (esta madre), vayan acompañados también del firme propósito de dedicarnos a los demás y de ayudarnos mutuamente.

3.- En una muerte por accidente

Monición introductoria

Hermanos: La vida humana es un bien tan precioso que, cuando alguien la pierde de forma violenta por accidente [de tráfico; de trabajo], todos nos sentimos afectados. La muerte de N. [feligrés (feligresa) de esta parroquia; vuestro convecino (vuestra convecina); vuestro compañero (vuestra compañera) de trabajo], os ha reunido en esta iglesia. Para unos, esto es un acto de solidaridad con el difunto (la difunta) y con su familia; para otros, los creyentes, es también un momento de oración y de fe en un Dios que es Padre capaz de dar no solo la vida terrena, sino también la vida que no acaba. Nuestro destino es vivir, y vivir felices en el reino eterno de Dios.

[Que esta Eucaristía, celebración de la muerte redentora de Jesucristo, ayude a nuestro hermano (nuestra hermana) N. a alcanzar la vida eterna —premiando sus obras buenas y la entrega a su trabajo—.]

[Al comenzar esta celebración, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones, para que se acreciente nuestra comunión con él y con los hermanos.]

Oración de los fieles

Celebrante:

Oremos a Dios, el único que puede responder a nuestra angustia con la promesa y la realidad de la vida eterna.

Lector:

Por nuestro hermano (nuestra hermana) N., cuya vida ha quedado truncada por un accidente [de carretera; laboral], para que Dios lo (la) acoja en sus brazos de Padre. Roguemos al Señor.

Por los familiares [la esposa (el esposo), los hijos] y los amigos de N., para que encuentren fortaleza en su fe y motivos para seguir luchando. Roguemos al Señor.

Por todos los que mueren de manera violenta [en la carretera; en el lugar de trabajo], para que alcancen la felicidad y la paz que en esta vida no pudieron encontrar. Roguemos al Señor.

Por nuestra sociedad, para que no haga de la vida una frivolidad o una carrera de obstáculos, en la que imperen el placer y el egoísmo. Roguemos al Señor.

Por todos nosotros, para que pongamos nuestra voluntad en los valores que permanecen y llevemos a la práctica la solidaridad cristiana. Roguemos al Señor.

Celebrante:

ESCUCHA, oh, Padre, las oraciones de tu Iglesia;
tú eres compasivo y justo;
ayúdanos a superar la adversidad
y a vivir guiados por la fe
y sostenidos por la esperanza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Invitación para el último adiós

Antes de despedirnos, serenado nuestro espíritu por la Palabra de Dios y la participación [en la Eucaristía y] en la oración de la Iglesia, realicemos un postrero acto de homenaje a los restos mortales de N.

Recordemos la promesa del Señor: «Que todo el que cree en el Hijo tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». (O bien, en caso de accidente de trabajo: «El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna»).

Rociaremos con agua bendita este cuerpo, en memoria del bautismo que incorporó a nuestro hermano (nuestra hermana) a la comunidad de salvación [y lo incensaremos en señal de respeto]. La Iglesia ora de nuevo por él (ella), para confiarlo a la misericordia del Padre.

4.- En una muerte por homicidio o por supuesto suicidio

Monición introductoria

Hermanos: Estamos reunidos para encomendar al amor infinito de Dios, nuestro Padre, a N., cuya muerte nos ha llenado de dolor a todos. Al mismo tiempo, deseamos consolar a una familia y a unos amigos que sufren particularmente. A nosotros no nos es dado juzgar a nadie: solo Dios conoce el fondo de las personas, y solo él sabe lo que se encierra en el corazón humano. Por eso, su justicia está envuelta siempre en la misericordia. En estos momentos, dirigimos nuestra mirada a Cristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación. Creemos en él y confiamos en él.

[Escucharemos su palabra y renovaremos el gesto supremo de su entrega a la muerte para salvarnos, esperando que su sacrificio beneficie, en cuanto sea necesario, a nuestro hermano (nuestra hermana) N., y sea fuente de perdón también para quienes puedan haber causado su muerte.]

[Humildes y penitentes, reconozcámonos pecadores e invoquemos la misericordia divina.]

Oración de los fieles

Celebrante:

Unidos a todos los que sufren por la muerte de N. [en las circunstancias en que se ha producido], acerquémonos al Señor de la misericordia, para encontrar luz en la oscuridad y fe en nuestra duda.

Lector:

Por nuestro hermano (nuestra hermana) N., por quien Jesús, nuestro Salvador, entregó su vida, para que alcance el perdón y la misericordia del Padre. Roguemos al Señor.

Por sus familiares y amigos, desconcertados ante esta muerte, para que vivan apoyados en Jesús, manso y humilde de corazón, y encuentren en él el consuelo prometido. Roguemos al Señor.

Por todos los que han muerto en circunstancias extrañas, para que el Dios que sondea los corazones y conoce la responsabilidad de cada uno sea para ellos compasivo y misericordioso. Roguemos al Señor.

— [Por quien haya podido tener alguna responsabilidad directa en la muerte de N., para que reconsidere su acción y se integre, convertido y reconciliado, en la comunidad cristiana. Roguemos al Señor.]

Por nuestra sociedad, que se hace competitiva y violenta, para que recupere la jerarquía de los valores morales y defienda eficazmente el sagrado derecho a la vida que tiene todo ser humano. Roguemos al Señor.

Por todos nosotros y por los que ansían un mundo más fraterno, para que superemos con el amor cualquier conflicto o enfrentamiento. Roguemos al Señor.

Celebrante:

ESCUCHA, Señor, nuestra oración
y ten piedad de N.,
que fue hecho hijo tuyo (hecha hija tuya)
por el bautismo;
acepta el bien que hizo en su vida
y perdona sus culpas o debilidades.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Invitación para el último adiós

La bondad de Dios está por encima de los hombres, su justicia se traduce en misericordia para los que acuden a él. «Señor, escucha mi oración; tú, que eres fiel, atiende a mi súplica. No llames ajuicio a tu siervo, pues ningún hombre es inocente frente a ti».

Al despedir a N., para dar sepultura a sus restos mortales, rociándolos con el agua del bautismo, que un día recibió para ser hijo de Dios y heredar la vida eterna, oremos de nuevo por él (ella) confinándolo también a la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los santos.


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