Diurnal - Sábado Santo

Triduo Pascual

SÁBADO SANTO

Invitatorio 

Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros murió y fue sepultado.

El salmo invitatorio como en el Ordinario


Laudes

SALMODIA 

Ant. 1. Harán llanto como por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor.

Salmo 63

Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento, 
      protege mi vida del terrible enemigo; 
      escóndeme de la conjura de los perversos 
      y del motín de los malhechores: 

afilan sus lenguas como espadas 
      y disparan como flechas palabras venenosas, 
      para herir a escondidas al inocente, 
      para herirlo por sorpresa y sin riesgo. 

Se animan al delito, 
      calculan cómo esconder trampas, 
      y dicen: «¿Quién lo descubrirá?» 
      Inventan maldades y ocultan sus invenciones, 
      porque su mente y su corazón no tienen fondo. 

Pero Dios los acribilla a flechazos, 
      por sorpresa los cubre de heridas; 
      su misma lengua los lleva a la ruina, 
      y los que lo ven menean la cabeza. 

Todo el mundo se atemoriza, 
      proclama la obra de Dios 
      y medita sus acciones. 

El justo se alegra con el Señor, 
      se refugia en él, 
      y se felicitan los rectos de corazón. 

Ant. Harán llanto como por el hijo único, porque siendo inocente fue muerto el Señor. 

Ant. 2. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo. 

Cántico
Is 38, 10-14. 16b-20 

Yo pensé: «En medio de mis días 
      tengo que marchar hacia las puertas del abismo; 
      me privan del resto de mis años».

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor 
      en la tierra de los vivos, 
      ya no miraré a los hombres 
      entre los habitantes del mundo. 

Levantan y enrollan mi vida 
      como una tienda de pastores. 
      Como un tejedor, devanaba yo mi vida, 
      y me cortan la trama».

Día y noche me estás acabando, 
      sollozo hasta el amanecer. 
      Me quiebras los huesos como un león, 
      día y noche me estás acabando. 

Estoy piando como una golondrina, 
      gimo como una paloma. 
      Mis ojos mirando al cielo se consumen: 
      ¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí! 

Me has curado, me has hecho revivir, 
      la amargura se me volvió paz 
      cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía 
      y volviste la espalda a todos mis pecados. 

El abismo no te da gracias, 
      ni la muerte te alaba, 
      ni esperan en tu fidelidad 
      los que bajan a la fosa. 

Los vivos, los vivos son quienes te alaban: 
      como yo ahora. 
      El padre enseña a sus hijos tu fidelidad. 

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas 
      todos nuestros días en la casa del Señor. 

Ant. Líbrame, Señor, de las puertas del abismo. 

Ant. 3. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. 

Salmo 147, 12-20

Alabad al Señor en su templo, 
      alabadlo en su fuerte firmamento. 

Alabadlo por sus obras magníficas, 
      alabadlo por su inmensa grandeza. 

Alabadlo tocando trompetas, 
      alabadlo con arpas y cítaras, 

alabadlo con tambores y danzas, 
      alabadlo con trompas y flautas, 

alabadlo con platillos sonoros, 
      alabadlo con platillos vibrantes. 

Todo ser que alienta alabe al Señor. 

Ant. Estaba muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. 

LECTURA BREVE          Os 5, 15c-6,2

Así dice el Señor: «En su aflicción madrugarán para buscarme y dirán: “Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él”».

En lugar del responsorio breve, se dice: 

Ant. Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».

Benedictus, ant. Salvador del mundo, sálvanos; tú que con tu cruz y tu sangre nos redimiste, socórrenos, Dios nuestro. 

PRECES 

Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo: 

Señor, ten piedad de nosotros. 

Oh Señor, que junto a tu cruz y a tu sepulcro tuviste a tu Madre dolorosa que participó en tu aflicción, 
—haz que tu pueblo sepa también participar en tu pasión. 

Señor Jesús, que como grano de trigo caíste en la tierra para morir y dar con ello fruto abundante, 
—haz que también nosotros sepamos morir también al pecado y vivir para Dios.

Oh Pastor de la Iglesia, que quisiste ocultarte en el sepulcro para dar la vida a los hombres, 
—haz que nosotros sepamos también vivir escondidos contigo en Dios. 

Nuevo Adán, que quisiste bajar al reino de la muerte, para librar a los justos que, desde el origen del mundo, estaban sepultados allí, 
—haz que todos los hombres, muertos al pecado, escuchen tu voz y vivan. 

Cristo, Hijo de Dios vivo, que has querido que por el bautismo fuéramos sepultados contigo en la muerte, 
—haz que, siguiéndote a ti, caminemos también nosotros en una vida nueva. 

Padre nuestro. 

Oración

Señor todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.


Hora intermedia

SALMODIA 

Antífona 

Tercia: Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. 

Sexta: Señor, sacaste mi vida del abismo. 

Nona: Su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en la paz. 

En una de estas Horas se dicen los siguientes salmos:

Salmo 26

El Señor es mi luz y mi salvación, 
      ¿a quién temeré? 
      El Señor es la defensa de mi vida, 
      ¿quién me hará temblar? 

Cuando me asaltan los malvados 
      para devorar mi carne, 
      ellos, enemigos y adversarios, 
      tropiezan y caen. 

Si un ejército acampa contra mí, 
      mi corazón no tiembla; 
      si me declaran la guerra, 
      me siento tranquilo. 

Una cosa pido al Señor, 
      eso buscaré: 
      habitar en la casa del Señor 
      por los días de mi vida; 
      gozar de la dulzura del Señor, 
      contemplando su templo. 

Él me protegerá en su tienda 
      el día del peligro; 
      me esconderá en lo escondido de su morada, 
      me alzará sobre la roca; 

y así levantaré la cabeza 
      sobre el enemigo que me cerca; 
      en su tienda ofreceré 
      sacrificios de aclamación: 
      cantaré y tocaré para el Señor. 

Escúchame, Señor, que te llamo; 
      ten piedad, respóndeme. 

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» 
      Tu rostro buscaré, Señor, 
      no me escondas tu rostro. 

No rechaces con ira a tu siervo, 
      que tú eres mi auxilio; 
      no me deseches, no me abandones, 
      Dios de mi salvación. 

Si mi padre y mi madre me abandonan, 
      el Señor me recogerá. 

Señor, enséñame tu camino, 
      guíame por la senda llana, 
      porque tengo enemigos. 

No me entregues a la saña de mi adversario, 
      porque se levantan contra mí testigos falsos, 
      que respiran violencia. 

Espero gozar de la dicha del Señor 
      en el país de la vida. 

Espera en el Señor, sé valiente, 
      ten ánimo, espera en el Señor.

Salmo 29

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado 
      y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. 

Señor, Dios mío, a ti grité, 
      y tú me sanaste. 
      Señor, sacaste mi vida del abismo, 
      me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. 

Tañed para el Señor, fieles suyos, 
      dad gracias a su nombre santo; 
      su cólera dura un instante; 
      su bondad, de por vida; 
      al atardecer nos visita el llanto; 
      por la mañana, el júbilo. 

Yo pensaba muy seguro: 
      «No vacilaré jamás.» 
      Tu bondad, Señor, me aseguraba 
      el honor y la fuerza; 
      pero escondiste tu rostro, 
      y quedé desconcertado. 

A ti, Señor, llamé, 
      supliqué a mi Dios: 
      «¿Qué ganas con mi muerte, 
      con que yo baje a la fosa? 

¿Te va a dar gracias el polvo, 
      o va a proclamar tu lealtad? 
      Escucha, Señor, y ten piedad de mí; 
      Señor, socórreme.» 

Cambiaste mi luto en danzas, 
      me desataste el sayal y me has vestido de fiesta; 
      te cantará mi alma sin callarse. 
      Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. 

Salmo 75

Dios se manifiesta en Judá, 
      su fama es grande en Israel; 
      su tabernáculo está en Jerusalén, 
      su morada en Sión: 
      allí quebró los relámpagos del arco, 
      el escudo, la espada y la guerra. 

Tú eres deslumbrante, magnífico, 
      con montones de botín conquistados. 
      Los valientes duermen su sueño, 
      y a los guerreros no les responden sus brazos. 
      Con un bramido, oh Dios de Jacob, 
      inmovilizaste carros y caballos. 

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti 
      al ímpetu de tu ira? 
      Desde el cielo proclamas la sentencia: 
      la tierra teme sobrecogida, 
      cuando Dios se pone en pie para juzgar, 
      para salvar a los humildes de la tierra. 

La cólera humana tendrá que alabarte, 
      los que sobrevivan al castigo te rodearán. 
      Haced votos al Señor y cumplidlos, 
      y traigan los vasallos tributo al Temible: 
      él deja sin aliento a los príncipes, 
      y es temible para los reyes del orbe.

Para las otras Horas, la salmodia complementaria.

Tercia

Ant. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. 

LECTURA BREVE          1Jn 1, 8-9

Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.

V/. No me entregarás a la muerte. 
R/. Ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. 

Sexta 

Ant. Señor, sacaste mi vida del abismo. 

LECTURA BREVE          1Jn 2, 1b-2

Tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

V/. El Señor da la muerte y la vida. 
R/. Hunde en el abismo y levanta. 

Nona 

Ant. Su tabernáculo está en Jerusalén, su morada en la paz.

LECTURA BREVE          1Jn 2, 8b-10

Las tinieblas pasan y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que ésta en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.

V/. Sepultado el Señor, sellaron la piedra. 
R/. Y pusieron la guardia para custodiarlo. 

Oración

Señor todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. 


Vísperas

SALMODIA

Ant. 1. Oh muerte, yo seré tu muerte; yo seré, oh abismo, tu aguijón. 

Salmo 115, 10-19

Tenía fe, aun cuando dije: 
      «¡Qué desgraciado soy!» 
      Yo decía en mi apuro: 
      «Los hombres son unos mentirosos». 

¿Cómo pagaré al Señor 
      todo el bien que me ha hecho? 
      Alzaré la copa de la salvación, 
      invocando su nombre. 
      Cumpliré al Señor mis votos 
      en presencia de todo el pueblo. 

Mucho le cuesta al Señor 
      la muerte de sus fieles. 
      Señor, yo soy tu siervo, 
      siervo tuyo, hijo de tu esclava: 
      rompiste mis cadenas. 

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, 
      invocando tu nombre, Señor. 
      Cumpliré al Señor mis votos 
      en presencia de todo el pueblo, 
      en el atrio de la casa del Señor, 
      en medio de ti, Jerusalén. 

Ant. Oh muerte, yo seré tu muerte; yo seré, oh abismo, tu aguijón. 

Ant. 2. Como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo, tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. 

Salmo 142, 1-11 

Señor, escucha mi oración; 
      tú, que eres fiel, atiende a mi súplica; 
      tú, que eres justo, escúchame. 
      No llames a juicio a tu siervo, 
      pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. 

El enemigo me persigue a muerte, 
      empuja mi vida al sepulcro, 
      me confina a las tinieblas 
      como a los muertos ya olvidados. 
      Mi aliento desfallece, 
      mi corazón dentro de mí está yerto. 

Recuerdo los tiempos antiguos, 
      medito todas tus acciones, 
      considero las obras de tus manos 
      y extiendo mis brazos hacia ti: 
      tengo sed de ti como tierra reseca. 

Escúchame en seguida, Señor, 
      que me falta el aliento. 
      No me escondas tu rostro, 
      igual que a los que bajan a la fosa. 

En la mañana hazme escuchar tu gracia, 
      ya que confío en ti. 
      Indícame el camino que he de seguir, 
      pues levanto mi alma a ti. 

Líbrame del enemigo, Señor, 
      que me refugio en ti. 
      Enséñame a cumplir tu voluntad, 
      ya que tú eres mi Dios. 
      Tu espíritu, que es bueno, 
      me guíe por tierra llana. 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo; 
      por tu clemencia, sácame de la angustia.

Ant. Como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo, tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. 

Ant. 3. «Destruid este templo —dice el Señor—, y en tres días lo levantaré». Él hablaba del templo de su cuerpo. 

Cántico
Flp 2, 6-11 

Cristo, a pesar de su condición divina, 
      no hizo alarde de su categoría de Dios; 
      al contrario, se despojó de su rango 
      y tomó la condición de esclavo, 
      pasando por uno de tantos. 

Y así, actuando como un hombre cualquiera, 
      se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, 
      y una muerte de cruz. 

Por eso Dios lo levantó sobre todo 
      y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; 
      de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble 
      en el cielo, en la tierra, en el abismo, 
      y toda lengua proclame: 
      Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. 

Ant. «Destruid este templo —dice el Señor—, y en tres días lo levantaré». Él hablaba del templo de su cuerpo. 

LECTURA BREVE          1P 1, 18-21

Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. 

En lugar del responsorio breve, se dice: 

Ant. Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombro».

Magníficat, ant. Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él; y pronto lo glorificará.

PRECES 

Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle, diciendo: 

Señor, ten piedad de nosotros. 

Señor Jesús, de tu corazón traspasado por la lanza salió sangre y agua, signo de cómo la Iglesia nacía de tu costado; 
—por tu muerte, por tu sepultura y por tu resurrección vivifica, pues, a tu Iglesia. 

Tú que te acordaste incluso de los apóstoles que habían olvidado la promesa de tu resurrección, 
—no olvides tampoco a los que por no creer en tu triunfo viven sin esperanza. 

Cordero de Dios, víctima pascual inmolada por todos los hombres, 
—atrae desde tu cruz a todos los pueblos de la tierra. 

Dios del universo, que contienes en ti todas las cosas y aceptaste, sin embargo, ser contenido en un sepulcro, 
—libra a toda la humanidad de la muerte y concédele una inmortalidad gloriosa. 

Cristo, Hijo de Dios vivo, que colgado en la cruz prometiste el paraíso al ladrón arrepentido, 
—mira con amor a los difuntos, semejantes a ti por la muerte y la sepultura, y hazlos también semejantes a ti por su resurrección. 

Padre nuestro.

Oración

Señor todopoderoso, cuyo Unigénito descendió al lugar de los muertos y salió victorioso del sepulcro, te pedimos que concedas a todos tus fieles, sepultados con Cristo por el bautismo, resucitar también con él a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

Completas del domingo: las de después de las II Vísperas. Los que participan en la Vigilia pascual no rezan hoy las Completas. 

En lugar del responsorio breve, se dice:

Ant. Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombra».

No hay comentarios:

Publicar un comentario