RITO DE LA BENDICIÓN Y ASPERSIÓN DEL AGUA
El sacerdote invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos:
Invoquemos la bendición de Dios, nuestro Padre, y pidámosle que la aspersión de esta agua reavive en nosotros la gracia del bautismo, por medio del cual fuimos sumergidos en la muerte redentora del Señor para resucitar con él a una vida nueva.
Después de una breve oración en silencio, el sacerdote prosigue, diciendo:
Oh Padre, que del Cordero inmolado en la cruz
haces brotar una fuente de agua viva.
Oh Cristo, que renuevas la juventud de la Iglesia
en el baño del agua con la palabra de la vida.
R/. Bendice y purifica a tu Iglesia. [O bien: Bendito seas por siempre, Señor.]
Oh Espíritu, que nos haces renacer de las aguas del bautismo
como primicia de la humanidad nueva.
R/. Bendice y purifica a tu Iglesia. [O bien: Bendito seas por siempre, Señor.]
Dios todopoderoso,
que por medio de los sacramentos de la fe
renuevas las maravillas de la creación y de la redención,
bendice X esta agua
y concede que todos los renacidos en el bautismo
sean mensajeros y testimonios de la Pascua,
que se renueva incesantemente en tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Terminada la bendición, el sacerdote toma el hisopo, se rocía a sí mismo y, luego, rocía a los ministros, al clero y a los fieles. Si le parece conveniente, puede recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles. Mientras tanto, se canta un canto apropiado (cf. CLN, A 81-84).
Una vez acabado el canto, el sacerdote, de pie y de cara al pueblo, con las manos juntas, dice:
Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado
y, por la celebración de esta Eucaristía,
nos haga dignos de participar
del banquete de su reino.
R/. Amén.
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