Leccionario III (impar) - Lunes de la VII semana del tiempo ordinario

Tiempo Ordinario

LUNES DE LA VII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Eclo 1, 1-10b
Antes que todo fue creada la sabiduría

Comienzo del libro del Eclesiástico.

TODA sabiduría viene del Señor
     y está con él por siempre.
La arena de los mares, las gotas de la lluvia
     y los días del mundo, ¿quién los contará?
La altura de los cielos, la anchura de la tierra
     y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará?
¿Quién ha escrutado la sabiduría de Dios, que es anterior a todo?
Antes que todo fue creada la sabiduría,
     y la inteligencia prudente desde la eternidad.
La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas
     y sus canales son mandamientos eternos.
La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
     y sus recursos, ¿quién los conoció?
La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelada?
     y su mucha experiencia, ¿quién la conoció?
Uno es el Altísimo, creador todopoderoso.
Uno solo es sabio, temible en extremo:
     el que está sentado en su trono.
El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió
     y la derramó sobre todas sus obras.
Se la concedió a todos los vivientes
     y se la regaló a quienes lo aman.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 92, 1ab. 1c-2. 5 (R/.: 1a)
R/.   El Señor reina, vestido de majestad.

        V/.   El Señor reina, vestido de majestad;
                el Señor, vestido y ceñido de poder.   R/.

        V/.   Así está firme el orbe y no vacila.
                Tu trono está firme desde siempre,
                y tú eres eterno.   R/.

        V/.   Tus mandatos son fieles y seguros;
                la santidad es el adorno de tu casa,
                Señor, por días sin término.    R/.


Aleluya
Cf. 2 Tm 1, 10
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.  Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte,
       e hizo brillar la vida por medio del Evangelio.   R/.

EVANGELIO
Mc 9, 14-29
Creo, pero ayuda mi falta de fe
Lectura del santo Evangelio según san Marcos.

EN aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. El les preguntó:
    «¡De qué discutís?».
Uno de la gente le contestó:
    «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces».
Él, tomando la palabra, les dice:
    «Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo».
Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre:
    «Cuánto tiempo hace que le pasa esto?».
Contestó él:
    «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos».
Jesús replicó:
    «Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».
Entonces el padre del muchacho se puso a gritar:
    «Creo, pero ayuda mi falta de fe».
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
    «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.
Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:
    «Por qué no pudimos echarlo nosotros?».
El les respondió:
    «Esta especie solo puede salir con oración».

Palabra del Señor.

© Conferencia Episcopal Española

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