DOMINGO IX
DEL TIEMPO ORDINARIO
DEL TIEMPO ORDINARIO
1 Re 8, 41-43
Cuando venga un extranjero, lo escucharás
Lectura del primer libro de los Reyes.
EN aquellos días, Salomón oró en el templo, diciendo:
«Al extranjero, al que no es de tu pueblo Israel y viene de un país lejano a orar en este tempo a causa de tu Nombre —porque oirán hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido—, tú lo escucharás en los cielos, lugar de tu morada; harás al extranjero según lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te respeten como tu pueblo Israel, y reconozcan que tu Nombre es invocado en este templo que yo he construido».
EN aquellos días, Salomón oró en el templo, diciendo:
«Al extranjero, al que no es de tu pueblo Israel y viene de un país lejano a orar en este tempo a causa de tu Nombre —porque oirán hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido—, tú lo escucharás en los cielos, lugar de tu morada; harás al extranjero según lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te respeten como tu pueblo Israel, y reconozcan que tu Nombre es invocado en este templo que yo he construido».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 116, 1. 2 (R/.: Mc 16, 15)
R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.
y proclamad el Evangelio.
V/. Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos. R/.
aclamadlo todos los pueblos. R/.
V/. Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.
SEGUNDA LECTURA
Gál 1, 1-2. 6-10
Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo
Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas.
PABLO, apóstol no de parte de hombres ni por mediación de ningún hombre, sino por Jesucristo y Dios Padre, que lo resucitó de entre los muertos, y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia.
Me maravilla que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio.
No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os están turbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo.
Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, ¡sea anatema!
Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema!
Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres, o la de Dios?, ¿o trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Palabra de Dios.
Aleluya
Cf. Jn 3, 16
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
V/. Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna. R/.
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna. R/.
EVANGELIO
Lc 7, 1-10
Ni en Israel he encontrado tanta fe
✠
Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
EN aquel tiempo, cuando terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:
«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
«Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:
«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:
«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
«Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:
«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor.
© Conferencia Episcopal Española
Disculpe, falta el punto final en el evangelio , saludos
ResponderEliminarCorregido. Muchas gracias.
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