Leccionario II - Martes Santo

Tiempo de Cuaresma

MARTES SANTO

PRIMERA LECTURA
Is 49, 1-6
No gritará, no voceará por las calles

Lectura del libro de Isaías.

ESCUCHADME, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno,
de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada,
     me escondió en la sombra de su mano;
     me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba
     y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel,
     por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado,
     en viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En realidad el Señor defendía mi causa,
     mi recompensa la custodiaba Dios.
Y ahora dice el Señor,
     el que me formó desde el vientre como siervo suyo,
     para que le devolviese a Jacob,
     para que le reuniera a Israel;
     he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
     «Es poco que seas mi siervo
     para restablecer las tribus de Jacob
     y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones,
     para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 70. 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17 (R/.: cf. 15ab)
R/.   Mi boca contará tu salvación, Señor.

        V/.   A ti, Señor, me acojo:
                no quede yo derrotado para siempre;
                tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
                inclina a mí tu oído, y sálvame.   R/.

        V/.   Sé tú mi roca de refugio,
                el alcázar donde me salve,
                porque mi peña y mi alcázar eres tú.
                Dios mío, líbrame de la mano perversa.   R/.

        V/.   Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
                y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
                En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
                en el seno tú me sostenías.   R/.

        V/.   Mi boca contará tu justicia,
                y todo el día tu salvación.
                Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
                y hasta hoy relato tus maravillas.   R/.


Versículo antes del Evangelio

Salve, Rey nuestro, obediente al Padre;
fuiste llevado a la crucifixión, como manso cordero a la matanza.

EVANGELIO
Jn 13, 21-33. 36-38 
Uno de vosotros me va a entregar... No cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces
Lectura del santo Evangelio según san Juan.

EN aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo:
    «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
    «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús:
    «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
    «Lo que vas a hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús:
    «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros:
    “Donde yo voy no podéis venir vosotros”».
Simón Pedro le dijo:
    «Señor, ¿adónde vas?».
Jesús le respondió:
    «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó:
    «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó:
    «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

Palabra del Señor.

© Conferencia Episcopal Española

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