Diurnal - Ordinario: Laudes

Ordinario

Oración de la mañana
Laudes

V/. Dios mío, ven en mi auxilia.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santos. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén (Excepto en Cuaresma: Aleluya).

Desde el miércoles de Ceniza hasta la Vigilia pascual se omite el Aleluya.

Todo lo anterior se omite cuando las Laudes empiezan con el Invitatirio.

HIMNO

A continuación se dice el himno que corresponda al Oficio del día.

En el Oficio dominical y ferial de los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, se dice el himno que se indica al principio de cada uno de los tiempos.

En el Triduo pascual, en las solemnidades y en las fiestas, el himno se toma del respectivo Propio o del Común.

En el Oficio dominical y ferial del Tiempo Ordinario, se dice el himno que se indica en el Salterio.

En las memorias de los santos, si no se tiene himno propio, puede elegirse o bien el himno del Común o bien el de la feria.

SALMODIA

Terminado el himno, sigue la salmodia, que consta de un salmo matutino, de un cántico del Antiguo Testamento y de un salmo de alabanza, que se dicen con sus respectivas antífonas

En el Oficio dominical y ferial, los salmos y el cántico, con sus antífonas, se toman de la semana correspondiente del salterio.

Los domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y así como las ferias del 17 al 24 de diciembre y las ferias de Semana Santa y del tiempo pascual, tienen antífonas propias, que se indican en el mismo Salterio.

En los días de las Octavas de la Natividad del Señor y de Pascua, así como en las solemnidades y en las fiestas, los salmos y el cántico se toman del domingo de la semana 1 del Salterio, las antífonas son del Propio o del Común.

En las memorias de los santos, si no tienen antífonas o salmos propios, los salmos y el cántico, con sus antífonas, se toman de la semana correspondiente del Salterio.

Después de la salmodia, se hace una lectura, breve o larga de la Palabra de Dios.

 LECTURA BREVE

En el Oficio dominical y ferial de los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, la lectura breve se encuentra en el Propio del tiempo.

En el Oficio dominical y ferial del tiempo ordinario, la lectura breve se encuentra en la semana correspondiente del Salterio.

En las solemnidades y en las fiestas, la lectura breve se encuentra en el Propio o en el Común respectivo.

En las memorias de los santos, si no tienen lectura breve propia, puede elegirse o bien la del Común o bien la de la feria.

 LECTURA LARGA

Si se prefiere, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, en lugar de la lectura breve se puede elegir una lectura más larga de la palabra de Dios, según se indica en el número 46 de la Ordenación general de la Liturgia de las Horas. Esta lectura, en la celebración con el pueblo, puede ir seguida de la correspondiente homilía.

RESPUESTA A LA PALABRA DE DIOS

Después de la lectura, o de la homilía, si se juzga oportuno, puede dejarse un breve espacio de silencio para contemplar la palabra de Dios.

Después de este espacio de silencio, o bien inmediatamente después de la lectura, puede decirse el responsorio breve, que se encuentra siempre después de la lectura.

En vez del responsorio, puede usarse también cualquier otro canto apropiado y debidamente aprobado por la Conferencia Episcopal.

CÁNTICO EVANGÉLICO

A continuación se dice el siguiente cántico evangélico con la antífona correspondiente.

En el Oficio dominical y ferial de los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, la antífona se toma del Propio del tiempo.

En el Oficio dominical del tiempo ordinario, la antífona se toma del Propio del tiempo; en el Oficio ferial, se toma del Salterio.

En las celebraciones de los santos, si no tienen antífona propia, la antífona se toma del Común; pero, si se trata de una memoria, la antífona puede elegirse o bien del Común o bien de la feria.

 Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y su Precursor



Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
     porque ha visitado y redimido a su pueblo,
     suscitándonos una fuerza de salvación
     en la casa de David, su siervo
     según lo había predicho desde antiguo
     por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigo
     y de la mano de todos los que nos odian;
     realizando la misericordia
     que tuvo con nuestros padres,
     recordando su santa alianza
     y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
     arrancados de la mano de los enemigos,
     le sirvamos con santidad y justicia,
     en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
     porque irás delante del Señor
     a preparar sus caminos,
     anunciando a su pueblo la salvación,
     el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
     nos visitará el sol que nace de lo alto,
     para iluminar a los que viven en tinieblas
     y en sombra de muerte,
     para guiar nuestros pasos
     por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
     Como era en el principio, ahora y siempre,
     por los siglos de los siglos. Amén.

El versículo Gloria al Padre se dice al final de todos cánticos, a no ser que se indique lo contrario.

Y, como de costumbre, se repite la antífona.

PRECES PARA CONSAGRAR A DIOS EL DÍA Y EL TRABAJO

Terminado el cántico precedente, se recitan las preces.

En el Oficio dominical y ferial de los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, las preces se toman del propio del tiempo.

En el Oficio dominical y ferial del Tiempo Ordinario las preces se toman del Salterio.

En las solemnidades y en las fiestas, se toman del Propio o del Común.

En las memorias de los santos, si no tienen preces propias, éstas pueden elegirse o bien del Común o bien de la feria.

ORACIÓN DOMINICAL

Después de las preces, todos recitan la oración dominical, que puede, si se juzga oportuno, ir precedida en la celebración comunitaria de una breve monición, como las que indican en sus propios lugares o en el Apéndice I.

Padre nuestro, que estás en el cielo
     santificado sea tu Nombre;
     venga a nosotros tu reino;
     hágase tu voluntad en lo tierra como en el cielo.
     Danos hoy nuestro pan de cada día;
     perdona nuestras ofensas,
     como también nosotros perdonamos
     a los que nos ofenden;
     no nos dejes caer en la tentación,
     y líbranos del mal.

ORACIÓN CONCLUSIVA

Después del Padrenuestro se dice la oración conclusiva, la cual no va precedida de la invitación Oremos.

En el Oficio dominical y ferial de los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, la oración conclusiva se toma del Propio del tiempo.

En el Oficio dominical del tiempo ordinario, la oración conclusiva se toma del Propio del tiempo; en el Oficio ferial se toma del Salterio.

En las solemnidades, en las fiestas y en las memorias de los santos, se toma del respectivo Propio o del Común.

La oración conclusiva termina con la conclusión correspondiente, es decir:

 Si se dirige al Padre:

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Si se dirige al Padre, pero al fin se menciona al Hijo:

Él, que vive v reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Si se dirige al Hijo:

Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.

Y se responde:

Amén.

CONCLUSIÓN

Después, si el que preside la celebración es un sacerdote o un diácono, bendice al pueblo con la bendición siguiente, o con la propia del tiempo o de la celebración, que se encuentra en el  Apéndice V.

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.

V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.

V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.

Puede usar también, si lo prefiere, la bendición común que se indica seguidamente:

V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.

V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.

Si se despide a la asamblea, se añade:

V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.

Desde el domingo de Resurrección hasta el domingo II de Pascua inclusive, se dice:

V/. Podéis ir en paz. Aleluya, aleluya.
R/. Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya.

Si el que preside no es un ministro ordenado, y en la recitación individual, se concluye:

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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