Diurnal - La Ascensión del Señor

Tiempo Pascual

Domingo VII de Pascua

En los lugares donde la solemnidad de la Ascensión del Señor se celebra el jueves de la semana VI del Tiempo Pascual, formulario del domingo VII de Pascua.

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Solemnidad

I Vísperas

HIMNO

¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, oscuro,
en soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, te vas al inmortal seguro?

Los antes bienhadados
y los ahora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dónde volverán ya sus sentidos?

¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura
que no les sea enojos?
Quién gustó tu dulzura.
¿Qué no tendrá por llanto y amargura?

Y a este mar turbado 
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al fiero viento, airado, 
estando tú encubierto?
¿Qué norte guiará la nave al puerto?

Ay, nube envidiosa
aún de este breve gozo, ¿qué te quejas?
¿Dónde vas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas! Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. Aleluya.

Salmo 112

Alabad, siervos del Señor,
       alabad el nombre del Señor.
       Bendito sea el nombre del Señor,
       ahora y por siempre:
       de la salida del sol hasta su ocaso,
       alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
       su gloria sobre los cielos.
       ¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
       que se eleva en su trono
       y se abaja para mirar
       al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
       alza de la basura al pobre,
       para sentarlo con los príncipes,
       los príncipes de su pueblo;
       a la estéril le da un puesto en la casa,
       como madre feliz de hijos.

Ant. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. Aleluya.

Ant. 2. El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Aleluya.

Salmo 116

Alabad al Señor, todas las naciones,
       aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
       su fidelidad dura por siempre.

Ant. El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Aleluya.

Ant. 3. Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. Aleluya.

Cántico
Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
       el que eres y el que eras,
       porque has asumido el gran poder
       y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
       llegó tu cólera,
       y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
       y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
       y a los santos y a los que temen tu nombre,
       y a los pequeños y a los grandes,
       y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
       y el reinado de nuestro Dios,
       y la potestad de su Cristo;
       porque fue precipitado
       el acusador de nuestros hermanos,
       el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
       y por la palabra del testimonio que dieron,
       y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
       Por esto, estad alegres, cielos,
       y los que moráis en sus tiendas.

Ant. Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. Aleluya.

LECTURA BREVE          Ef 2, 4-6

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.

RESPONSORIO BREVE

R/. Dios asciende entre aclamaciones. *Aleluya, aleluya. Dios asciende.
V/. El Señor, al son de trompetas. *Aleluya, aleluya. Gloria al Padre. Dios asciende.

Magníficat, ant. Padre, he manifestado tu nombre a los hombres que me diste; ahora te ruego por ellos, no por el mundo, porque yo voy a ti. Aleluya.

PRECES

Aclamemos alegres a Jesucristo, que se ha sentado hoy a la derecha del Padre, y digámosle:

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Oh Rey de la gloria, que has querido glorificar en tu cuerpo la pequeñez de nuestra carne, elevándola hasta las alturas del cielo, 
— purifícanos de toda mancha y devuélvenos nuestra antigua dignidad

Tú que por el camino del amor descendiste hasta nosotros, 
— haz que nosotros, por el mismo camino, ascendamos hasta ti

Tú que prometiste atraer a todos hacia ti, 
— no permitas que ninguno de nosotros viva alejado de tu cuerpo

Que con nuestro corazón y nuestro deseo vivamos ya en el cielo, 
— donde ha sigo glorificada tu humanidad, semejante a la nuestra

Ya que te esperamos como Dios y juez de todos los hombres, 
— haz que un día podamos contemplarte misericordioso en tu majestad, junto con nuestros hermanos difuntos.

Padre nuestro.

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo.

Invitatorio

Ant. Aleluya. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que asciende al cielo. Aleluya.

El salmo invitatorio como en el Ordinario.

Laudes

HIMNO

      «No; yo no dejo la tierra.
      No; yo no olvido a los hombres.
      Aquí, yo he dejado la guerra;
      arriba, están vuestros nombres».

¿Qué hacéis mirando al cielo,
varones, sin alegría?
Lo que ahora parece un vuelo
ya es vuelta y es cercanía.

El gozo es mi testigo.
La paz, mi presencia viva,
que, al irme, se va conmigo
la cautividad cautiva.

El cielo ha comenzado.
Vosotros sois mi cosecha,
El padre ya os ha sentado 
conmigo, a su derecha.

Partid frente a la aurora.
Salvad a todo el que crea.
Vosotros marcáis mi hora.
Comienza vuestra tarea. Amén.

Ant. 1. Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse. Aleluya.

Los salmos y el cántico, del domingo de la semana I.

Ant. 2. Ensalzad al Rey de reyes, y cantad un himno a Dios. Aleluya.

Ant. 3. Lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Aleluya.

LECTURA BREVE          Hb 10, 12-14

Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

RESPONSORIO BREVE

R/. Cristo subió a lo alto. *Aleluya, aleluya.
V/. Llevando cautivos. *Aleluya, aleluya. Gloria al Padre. Cristo.

Benedictus, ant. Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro. Aleluya.

PRECES

Invoquemos alegres al Rey de la gloria que, elevado sobre la tierra, atrae a todos hacia sí, y aclamémosle, diciendo:

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Señor Jesús, Rey de la gloria que, habiéndote ofrecido una sola vez como oblación por nuestros pecados, subiste vencedor a la derecha del Padre, 
— perfecciona para siempre a los que van siendo consagrados.

Sacerdote eterno y ministro de la nueva alianza, que vives para siempre para interceder en nuestro favor, 
— salva al pueblo que pone en ti su esperanza.

Tú que después de la pasión diste pruebas de que estabas vivo, apareciéndote durante cuarenta días a los apóstoles, 
— dígnate robustecer la debilidad de nuestra fe.

Tú que en el día de hoy prometiste a los apóstoles el Espíritu Santo, para que fueran tus testigos hasta los confines del mundo, 
— con la fuerza de este mismo Espíritu robustece también nuestro testimonio cristiano.

Padre nuestro.

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo.

Hora intermedia

SALMODIA

Antífona

Tercia: Ensalzaste, Señor, tu majestad sobre los cielos. Aleluya.

Sexta: Asoma por un extremo de cielo, y su órbita llega al otro extremo. Aleluya.

Nona: Levantando las manos, los bendijo, y subió hacia el cielo. Aleluya.

En una de estas Horas se dicen los siguientes salmos:

Salmo 8

Señor, dueño nuestro, 
       ¡qué admirable es tu nombre
       en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
       De la boca de los niños de pecho
       has sacado una alabanza contra tus enemigos,
       para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
       la luna y las estrellas que has creado,
       ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
       el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
       lo coronaste de gloria y dignidad, 
       le diste el mando sobre las obras de tus manos,
       todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
       y hasta las bestias del campo,
       las aves del cielo, los peces del mar,
       que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro, 
       ¡qué admirable es tu nombre,
       en toda la tierra!

Salmo 18 A

El cielo proclama la gloria de Dios,
       el firmamento pregona la obra de sus manos:
       el día al día le pasa el mensaje,
       la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
       sin que resuene su voz,
       a toda la tierra alcanza su pregón
       y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
       él sale como el esposo de su alcoba,
       contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
       y su órbita llega al otro extremo:
       nada se libra de su calor.

Salmo 18 B

La ley del Señor es perfecta
       y es descanso del alma;
       el precepto del Señor es fiel
       e instruye al ignorante.

Los mandatos del Señor son rectos
       y alegran el corazón;
       la norma del Señor es límpida
       y da luz a los ojos.

La voluntad del Señor es pura
       y eternamente estable;
       los mandamientos del Señor son verdaderos
       y enteramente justos.

Más preciosos que el oro,
       más que el oro fino;
       más dulces que la miel
       de un panal que destila.

Aunque tu siervo vigila
       para guardarlos con cuidado,
       ¿quién conoce sus faltas?
       Absuélveme de lo que se me oculta.

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
       para que no me domine:
       así quedaré libre e inocente
       del gran pecado.

Que te agraden las palabras de mi boca,
       y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
       Señor, roca mía, redentor mío.

Para las otras Horas, la salmodia complementaria.

Tercia

Ant. Ensalzaste, Señor, tu majestad sobre los cielos. Aleluya.

LECTURA BREVE          Cf. Ap 1, 17c-18

Vi al Hijo del hombre y me dijo: «Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.»

V/. Que no tiemble vuestro corazón. Aleluya.
R/. Yo voy al padre. Aleluya.

Sexta

Ant. Asoma por un extremo de cielo, y su órbita llega al otro extremo. Aleluya.

LECTURA BREVE          Hb 8, 1b-3a

Tenemos un sumo sacerdote tal, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos y es ministro del santuario y de la tienda verdadera, construida por el Señor y no por hombre. En efecto, todo sumo sacerdote está puesto para ofrecer dones y sacrificios.

V/. El Señor puso en el cielo su trono. Aleluya.
R/. Su soberanía gobierna el universo. Aleluya.

Nona

Ant. Levantando las manos, los bendijo, y subió hacia el cielo. Aleluya.

LECTURA BREVE          Col 3, 1-2

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

V/. Ensalzad al Rey de reyes. Aleluya.
R/. Y cantad un himno a Dios. Aleluya.

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor.

II Vísperas

HIMNO, como en las I Vísperas.

SALMODIA

Ant. 1. Subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7

Oráculo del Señor a mi Señor:
       «Siéntate a mi derecha,
       y haré de tus enemigos
       estrado de tus pies».
       Desde Sión extenderá el Señor
       el poder de tu cetro:
       somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
       entre esplendores sagrados;
       yo mismo te engendré, como rocío,
       antes de la aurora».

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
       «Tú eres sacerdote eterno,
       según el rito de Melquisedec».

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
       quebrantará a los reyes.
       En su camino beberá del torrente,
       por eso, levantará la cabeza.

Ant. Subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre. Aleluya.

Ant. 2. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Aleluya.

Salmo 46

Pueblos todos, batid palmas,
       aclamad a Dios con gritos de júbilo;
       porque el Señor es sublime y terrible,
       emperador de toda la tierra.

Él nos somete los pueblos
       y nos sojuzga las naciones;
       él nos escogió por heredad suya:
       gloria de Jacob, su amado.

Dios asciende entre aclamaciones;
       el Señor, al son de trompetas:
       tocad para Dios, tocad,
       tocad para nuestro Rey, tocad.

Porque Dios es el rey del mundo:
       tocad con maestría.
       Dios reina sobre las naciones,
       Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen
       con el pueblo del Dios de Abrahán;
       porque de Dios son los grandes de la tierra,
       y él es excelso.

Ant. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Aleluya.

Ant. 3. Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado con él. Aleluya.

Cántico
Ap 11, 17-18; 12. 10b-12a

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
       el que eres y el que eras,
       porque has asumido el gran poder
       y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
       llegó tu cólera,
       y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
       y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
       y a los santos y a los que temen tu nombre,
       y a los pequeños y a los grandes,
       y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
       y el reinado de nuestro Dios,
       y la potestad de su Cristo;
       porque fue precipitado
       el acusador de nuestros hermanos,
       el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
       y por la palabra del testimonio que dieron,
       y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
       Por esto, estad alegres, cielos,
       y los que moráis en sus tiendas.

Ant. Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado con él. Aleluya.

LECTURA BREVE          1P 3, 18. 21b-22

Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consistente en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles, autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.

RESPONSORIO BREVE

R/. Subo al Padre mío y Padre vuestro. *Aleluya, aleluya.
V/. Al Dios mío y Dios vuestro. *Aleluya, aleluya. Gloria al Padre. Subo al Padre.

Magníficat, ant. Oh Rey de la gloria, Señor del universo, que hoy asciendes triunfante al cielo, no nos dejes huérfanos, envíanos desde el Padre tu promesa, el Espíritu de la verdad. Aleluya.

PRECES

Aclamemos alegres a Jesucristo, que se ha sentado hoy a la derecha del Padre, y digámosle:

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Oh Rey de la gloria, que has querido glorificar en tu cuerpo la pequeñez de nuestra carne, elevándola hasta las alturas del cielo, 
— purifícanos de toda mancha y devuélvenos nuestra antigua dignidad

Tú que por el camino del amor descendiste hasta nosotros, 
— haz que nosotros, por el mismo camino, ascendamos hasta ti

Tú que prometiste atraer a todos hacia ti, 
— no permitas que ninguno de nosotros viva alejado de tu cuerpo

Que con nuestro corazón y nuestro deseo vivamos ya en el cielo, 
— donde ha sigo glorificada tu humanidad, semejante a la nuestra

Ya que te esperamos como Dios y juez de todos los hombres, 
— haz que un día podamos contemplarte misericordioso en tu majestad, junto con nuestros hermanos difuntos.

Padre nuestro.

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario