Misal Romano - La Anunciación del Señor

Propio de los Santos
Marzo

25 de marzo
LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
Solemnidad

Cuando esta solemnidad coincide con la Semana Santa, se traslada al lunes siguiente al segundo domingo de Pascua.

Antífona de entrada (Hb 10, 5. 7)

Cuando el Señor entró en el mundo dijo: Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.

Se dice Gloria.

Oración colecta

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase
en el seno de la Virgen María;
concédenos, en tu bondad,
que cuantos confesamos a nuestro Redentor,
como Dios y como hombre verdadero,
lleguemos a hacernos semejantes a él
en su naturaleza divina.
Por nuestro Señor Jesucristo.


Se dice Credo. A las palabras: Y por obra..., todos se arrodillan.

Oración sobre las ofrendas
Dígnate, Señor, aceptar los dones de tu Iglesia;
y, pues reconoce que ha tenido su origen
en la encarnación de tu Unigénito,
llénala del don de tu alegría
al celebrar este sagrado misterio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio:
El misterio de la Encarnación

V/.
El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.

V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque la Virgen creyó el anuncio del ángel:
que Cristo, por obra del Espíritu Santo,
iba a hacerse hombre por salvar a los hombres;
y lo llevó en sus purísimas entrañas con amor.
Así, Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel
y colmó de manera insospechada
la esperanza de los otros pueblos.

Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno
y nosotros nos unimos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión (Is 7, 14)
Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios-con-nosotros.

Oración después de la comunión
Confirma, Señor, en nosotros la verdadera fe,
mediante los sacramentos que hemos recibido;
para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen,
como Dios y como hombre verdadero,
podamos llegar a las alegrías del reino
por el poder de su santa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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