Ritual de exequias (extracto) - En las exequias de un/a religioso/a

TEXTOS PROPIOS PARA LA CELEBRACIÓN
DE DETERMINADAS EXEQUIAS


EN LAS EXEQUIAS DE UN/A RELISIOSO/A


Todo se hace como en las exequias de los demás fieles, pero se pueden cambiar las siguientes oraciones:

1. Estación en la capilla ardiente

Si las exequias se celebran según la forma típica o, por lo menos, con dos estaciones, en la primera estación, bien en la casa o en la capilla ardiente, puede usarse la siguiente oración propia, en lugar de la que figura en el Ritual:

A. En las exequias de un religioso laico.

Oremos.
SEÑOR Jesucristo,
que quisiste que nuestro hermano N.,
fuera, en medio de tu pueblo,
signo y levadura del reino que ha de venir,
recuerda su ardiente deseo
de servirte con corazón indiviso
y colócalo ahora entre los servidores fieles
que esperaron velando la llegada de su Señor.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

B. En las exequias de una religiosa.

Oremos.
TE pedimos, Dios todopoderoso,
por tu hija N.,
que, en su entrega total a Jesucristo,
siguió la senda del amor perfecto;
haz que pueda ahora contemplar, llena de gozo,
la manifestación de tu gloria y disfrutar,
junto a sus hermanas que la precedieron,
de la eterna felicidad de tu reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

2. Misa exequial

Monición introductoria

Hermanos: Nos reúne la muerte de N., que vivió en esta comunidad religiosa de N. con el deseo de seguir a Jesucristo por la senda de la caridad perfecta, siendo en la Iglesia una señal de los cielos nuevos y de la tierra nueva que Dios ha preparado para los que aman y se dedican a los hermanos.

En la paz y la confianza que brotan de la fe y del amor fraterno, celebremos la Eucaristía, anticipo y prenda de las bodas de Cristo con su Iglesia. Pidamos que, quien en la tierra se consagró al servicio divino y a la santificación de los hombres [en la vida contemplativa; en el campo sanitario, educativo], merezca alcanzar el premio prometido al que ha sabido esperar, vigilante y activo, al Señor (a la que ha sabido esperar al Esposo con la lámpara encendida).

[Al comenzar esta celebración, pidamos al Padre su misericordia para morir cada día al pecado y resucitar a la vida nueva.]

Oración colecta

A. En las exequias de un religioso laico.

Oremos.
SEÑOR, tú que diste a nuestro hermano N.
la vocación de imitar, en este mundo,
la vida obediente, casta y pobre de Cristo,
a fin de que hiciera presente, ya en la tierra,
la vida del mundo futuro y, con su manera de vivir,
preanunciara la resurrección que esperamos,
no recuerdes sus infidelidades ni sus faltas,
sino ten solo presente la confianza que tuvo en ti
y sus generosos propósitos de entregarse a tu servicio;
y concédele, por encima de sus merecimientos,
aquel premio que prometiste
a quienes lo dejaran todo
para seguir a tu Hijo Jesucristo.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

     O bien:

Oremos.
TE pedimos, Dios todopoderoso,
por el alma de tu siervo N.,
que por amor a Cristo
siguió el camino de la caridad perfecta;
haz que se alegre en la venida de tu gloria
y goce con sus hermanos
de la felicidad eterna de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

B. En las exequias de una religiosa.

Oremos.
SEÑOR Jesucristo, Esposo de la Iglesia,
que concediste a nuestra hermana N.,
mientras vivía en este mundo,
el don precioso de la virginidad,
escucha nuestras súplicas
y concede a tu sierva,
que, obediente a tu voz, ha dejado ya este mundo,
gozar en el festín de tus bodas eternas.
Tú, que vives y reinas con el Padre
en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios
por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

     O bien:

Oremos.
MIRA, Señor, con ojos de misericordia,
a tu sierva N.,
que acaba de salir de este mundo;
y, pues tuvo el ardiente deseo
de servirte con corazón indiviso,
colócala ahora en el coro de las vírgenes prudentes
que esperaron tu llegada
con las lámparas encendidas.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Oración universal

Celebrante:

Con la confianza puesta en el Padre celestial, oremos por nuestro hermano (nuestra hermana) N., llamado (llamada) a seguir más de cerca las huellas de Cristo y que ha traspasado ya el umbral de este mundo.

Lector:

Por nuestro hermano (nuestra hermana) N., que quiso ser signo y testimonio del reino en esta vida, para que haya alcanzado la plena posesión de lo que debía anunciar. Roguemos al Señor.

Por sus hermanos (hermanas) de la comunidad de N. [y por los familiares de N.], para que se consuelen mutuamente con la fe y la esperanza que comparten como hijos de Dios elegidos con una vocación particular en la Iglesia. Roguemos al Señor.

Por todos los que conocían y apreciaban la dedicación de N. [en el campo sanitario, asistencial, educativo, pastoral...; o bien: a la vida contemplativa], para que guarden su memoria con afecto y perseveren siempre en su propia misión. Roguemos al Señor.

Por la Iglesia, Esposa de Cristo y Madre de los fieles, para que se vea enriquecida con nuevas vocaciones a la vida religiosa, que conduzcan a sus hijos hacia la caridad perfecta. Roguemos al Señor.

Por los religiosos y religiosas que trabajan en nuestra Iglesia, para que, manteniéndose fieles y alegres en el seguimiento de Cristo, sean en todas partes testigos de su amor. Roguemos al Señor.

Celebrante:

PADRE, tú prometiste el ciento por uno
a los que lo dejasen todo para seguir a tu Hijo,
recibe en tu presencia
a nuestro hermano (nuestra hermana) N.,
purificado (purificada) de toda mancha,
y dale la posesión de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

Invitación para el último adiós

Con una gran esperanza, despedimos a nuestro hermano (nuestra hermana) N. Su vida ha sido, entre nosotros, un signo de que no tenemos morada permanente en este mundo: «Mientras vivimos, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe».

Honremos este cuerpo que fue templo del Espíritu Santo y ofrenda viva, santa y grata a Dios, por la consagración religiosa. Pidamos al Padre de las misericordias, por intercesión de la Virgen María, de san N. (patrono o fundador) y de todos los santos, que acoja a su siervo (sierva) y le conceda tomar parte en la felicidad de los justos.

Continúa la celebración como de costumbre.


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