Leccionario IV - Santos Pedro y Pablo, apóstoles

JUNIO

29 de junio

SANTOS PEDRO Y PABLO,
APÓSTOLES

SOLEMNIDAD



MISA DE LA VIGILIA

Para la misa votiva de los santos Pedro y Pablo, apóstoles, se toman las siguientes lecturas.


PRIMERA LECTURA
Hch 3, 1-1011
Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, Pedro y Juan subían al templo, a la oración de la hora nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo:
«Míranos».
Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo:
«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda».
Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en el puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.


Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 18, 2-3. 4-5 (R/.: 5a)b)
R/.   A toda la tierra alcanza su pregón.

        V/.   El cielo proclama la gloria de Dios,
                el firmamento pregona la obra de sus manos:
                el día al día le pasa el mensaje,
                la noche a la noche se lo susurra.   R/.
                
        V/.   Sin que hablen, sin que pronuncien,
                sin que resuene su voz,
                a toda la tierra alcanza su pregón
                y hasta los límites del orbe su lenguaje.   R/.


SEGUNDA LECTURA
Gál 1, 11-20
Dios me escogió desde el seno de mi madre

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas.

HERMANOS:
Os hago saber que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Porque habéis oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo: con qué saña perseguía a la iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco.
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él.
De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.

Palabra de Dios.


Aleluya
Jn 21, 17d
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.   R/.

EVANGELIO
Jn 21, 15-19
Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan.

HABIÉNDOSE aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dijo a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas.
En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».

Palabra del Señor.


MISA DEL DÍA


Para la misa votiva de los santos Pedro y Pablo, apóstoles, se toman las lecturas de la memoria de la Dedicación de las basílicas de los mismos apóstoles.

Para la misa votiva de san Pedro, cuando se dice por separado de san Pablo, se toman las lecturas de la fiesta de la Cátedra del mismo apóstol.

Para la misa votiva de san Pablo, cuando se dice por separado de san Pedro, se toman las lecturas de la fiesta de la Conversión del mismo apóstol.



PRIMERA LECTURA
Hch 12, 1-11
Ahora sé realmente que el Señor me ha librado de las manos de Herodes

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

EN aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.
Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener también a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua.
Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
De repente; se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
«Date prisa, levántate».
Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió:
«Ponte el cinturón y las sandalias».
Así lo hizo, y el ángel le dijo:
«Envuélvete en el manto y sígueme».
Salió y lo seguía, sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión. Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo ante ellos. Salieron y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel.
Pedro volvió en sí y dijo:
«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R/.: 5b)
R/.   El Señor me libró de todas mis ansias.

        V/.   Bendigo al Señor en todo momento,
                su alabanza está siempre en mi boca;
                mi alma se gloría en el Señor:
                que los humildes lo escuchen y se alegren.   R/.
                
        V/.   Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
                ensalcemos juntos su nombre.
                Yo consulté al Señor, y me respondió,
                me libró de todas mis ansias.   R/.
               
        V/.   Contempladlo, y quedaréis radiantes,
                vuestro rostro no se avergonzará.
                El afligido invocó al Señor, él lo escuchó
                y lo salvó de sus angustias.   R/.

        V/.   El ángel del Señor acampa
                en torno a quienes lo temen y los protege.
                Gustad y ved qué bueno es el Señor,
                dichoso el que se acoge a él.   R/.


SEGUNDA LECTURA
2 Tim 4, 6-8. 17-18
Me está reservada la corona de la justicia

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

QUERIDO hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.


Aleluya
Mt 16, 18
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
         y el poder del infierno no la derrotará.   R/.

EVANGELIO
Mt 16, 13-19
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

Palabra del Señor.


© Conferencia Episcopal Española

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